• Asignatura: Castellano
  • Autor: gimena70hetay
  • hace 2 años

¿cuales son los elementos idiomáticos que integran al idioma castellano.​

Respuestas

Respuesta dada por: yerupaez
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1) ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESPAÑOL.

1.1.) Latín. ...

Latín vulgar. Se diferenciaba de unas zonas a otras. ...

1.2.) Germanismos (lenguas celtas): ...

1.3.) Arabismos. ...

1.4.) Galicismos (del provenzal o del francés) ...

1.5.) Italianismos.

Respuesta dada por: buelvasnicol2007
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Respuesta:

 El castellano, por servir de instrumento a una literatura más importante que la de las otras regiones de España, y sobre todo por haber absorbido en sí otros dos romances principales hablados en la Península (el leonés y el navarro-aragonés), recibe más propiamente el nombre de lengua española

1.  EL ESPAÑOL  ENTRE  LAS  LENGUAS  ROMANCES. -

Al desmembrarse el Imperio romano se siguió usando el latín en gran parte de él, sobre todo en el Imperio occidental, la mayoría de cuyas provincias continuaron hablando dicha lengua, a pesar de las muchas invasiones de pueblos extranos que sufrieron; y podemos decir que aun hoy día siguen hablándolo, claro es que muy transformado y de diversa manera en cada una de esas provincias.

  Los varios estados de transformación a que en esas provincias llegó el latín hablado, se llaman «lenguas romances o neolatinas». Enumeradas de Oriente a Occidente, son: el RUMANO, hablado en la antigua Dacia, o sea en Rumania, y al sur del Danubio, en parte de Macedonia y Albania; el DALMÁTICO, lengua muerta, hablada antes en parte de las costas de Dalmacia; el LADINO o RETO-ROMANO, hablado en la antigua Retia, esto es, en parte de Suiza y de Italia; el ITALIANO, hablado en Italia; el SARDO, hablado en Cerdeña; el FRANCÉS y PROVENZAL, hablados en la antigua Galia, y el CATALÁN (1), CASTELLANO y GALLEGO-PORTUGUÉS, hablados en la antigua Hispania. El castellano, por servir de instrumento a una literatura más importante que la de las otras regiones de España, y sobre todo por haber absorbido en sí otros dos romances principales hablados en la Península (el leonés y el navarro-aragonés), recibe más propiamente el nombre de lengua española (2). Propagada a la América, ha venido a ser la lengua romance que ha logrado mayor difusión, pues la hablan más de 100 millones de hombres, mientras el francés es hablado por 42 y el italiano por otros tantos.

     Todas estas lenguas son una continuación moderna del latín, no tanto del LATÍN LITERARIO escrito (véase § 3) como del LATIN VULGAR, hablado sin preocupación literaria por los legionarios, colonos, magistrados y demás conquistadores que se establecían en las provincias ganadas, los cuales, gracias a su poderío político, a su talento administrativo y a su cultura superior, romanizaban rápidamente las razas sometidas y les hacían ir olvidando su idioma nativo, que no podía menos de resultar pobre e insuficiente para las complejas necesidades de la nueva vida que la colonización traía consigo. Además, la imposición de una lengua tan difundida como el latín, aunque molestara cariños y vanidades patrióticas, resultaba cómoda y útil para el comercio y la cultura; asi que los idiomas nacionales se olvidaron casi del todo, de tal suerte, que de ellos en el español sólo se descubren algunos restos, a veces muy dudosos.  

2. EL LATÍN VULGAR O HABLADO.-

El fondo primitivo del idioma español, su elemento esencial, es el latín vulgar, propagado en España desde fines del siglo III antes de Cristo, el cual no debe confundirse con el latín que se escribía en la decadencia del Imperio romano, ni menos con el bajo latín que se usaba en la Edad Media; aunque estos dos difieran a veces mucho del latín de Cicerón o de Livio, siempre están, al menos en cuanto a las grafías y formas, más próximos del latín clásico que del vulgar, si bien pueden acercarse más a éste en cuanto a la construcción. El latín vulgar no se diferencia del clásico por la fecha, pues es tan antiguo, y más, que el latín literario; vivió siempre al lado de él, aunque no siempre igualmente divorciado de él.   Es dificil el conocimiento del latín vulgar, pues nunca se escribió deliberadamente: el cantero más rudo, al grabar un letrero, se proponía escribir la lengua clásica. Sólo en los escritos menos literarios, sobre todo en las inscripciones, se escapan, gracias a la incultura  del escribiente, algunas formas vulgares. También los gramáticos latinos, al condenar ciertas palabras o expresiones, nos dan testimonio de alguna forma interesante; el tratado conocido con el nombre de Appendix Probi, escrito probablemente en Africa hacia el siglo III de Cristo, es uno de los más ricos en indicaciones sobre tales vulgarismos. Pero fuera de estos escasos restos, la ciencia se tiene que valer, principalmente, de la restitución hipotética de las formas vulgares, por medio de la comparación de los idiomas neolatinos; pues claro es que un fenómeno que se halla a la vez como indígena en todos o en muchos de esos idiomas, provendrá del latin hablado comúnmente antes de la completa disgregación dialectal del Imperio romano. Así, si en vez del clásico acuêre, hallamos en español aguzar, en portugués aguçar, en provenzal agusar, en francés aiguiser, en italiano aguzzare, etc., podemos asegurar que en el latin vulgar hablado en todos estos países se decía *acutiare, derivado de acutus, participio del clásico acuĕre (3).

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