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Respuesta:
Por lo tanto, podemos decir que la ficción, al contar con el poder de esquivar el terreno de la verificación, hace que las formas que existen para su tratamiento se multipliquen por doquier. Sin embargo, esto no significa deliberadamente que la ficción sea sinónimo de falso. Sí podemos decir que su carácter es doble: mezcla lo empírico con lo imaginario y como diría Saer “la ficción no solicita ser creída en tanto que verdad, sino en tanto que ficción”.
De esta forma, lo que hace el autor de ficción es darse permiso para tratar (y retratar) el universo a su modo. En muchos casos, el tratamiento de la ficción apunta a problematizar el conflicto entre verdad y falsedad, en lugar de huir de él.
En este sentido, es muy ilustrativo este ejemplo de Saer:
“Borges (…) no reivindica ni lo falso ni lo verdadero como opuestos que se excluyen, sino como conceptos problemáticos que encarnan la principal razón de ser de la ficción. Si llama Ficciones a uno de sus libros fundamentales, no lo hace con el fin de exaltar lo falso a expensas de lo verdadero, sino con el de sugerir que la ficción es el medio más apropiado para tratar sus relaciones complejas”
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