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Respuesta:
Eran las seis de la tarde. Faltaban unas dos horas para que el sol de junio traspusiera la montaña que se alzaba por el oeste. El Abuelo, todavía alto y esbelto, arrastraba, con alguna dificultad, sus setenta años. El Nieto, diminuto y vivaracho, caminaba saltarín al lado del Abuelo, dándole, de vez en cuando, una patada a alguna de las pequeñas piedras que, desde tiempo inmemorial, había sembrado un camino terregoso. Pasaban cerca de un rancho grande. El Abuelo decidió pararse y se sentó en un rústico banco de piedra. Hecho esto, con el índice de la mano derecha le apuntaba al Nieto el gran vivero de árboles frutales y de robustos viñedos. El Nieto trataba de abrazar con su absorta y limpia mirada toda la extensión de la verde explanada
Explicación:
dwme coronita porfavor