Importancia de la educación en las sociedades con solidaridad orgánica.

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Respuesta dada por: eliannys22
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El objeto de la educación necesita ser ampliado para poder orientar las respuestas que debe dar el hombre a los retos que se le plantean en el tercer milenio: globalización, teleinformación, redistribución de la riqueza, armonización de los avances científicos con la dignidad personal, respeto y mantenimiento de los recursos naturales, interculturalismo, etc.

El siempre difícil arte y ciencia de educar adquiere una complejidad mayor: no basta con instruir las inteligencias, hay que educar a toda persona y prepararla para su futuro.

En el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors, se puede leer:

“para cumplir el conjunto de misiones que le son propias, la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales, que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento:

aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión;

aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno

aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas;

por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores.” (i)

Es necesario volver a replantear seriamente el trabajo educativo, desde todas las instancias: familia, administración pública, profesores, y los demás agentes educativos, especialmente los mass media: prensa, cine, televisión, radio e Internet.

Este replanteamiento debe realizarse partiendo del sujeto de la educación: la persona humana. Al profundizar en la persona y su verdad, podremos cimentar una nueva educación que supere las diferencias paralizantes de raza, sexo, religión, y condición social, que destruyen en vez de construir, que dividen en vez de unir, que hacen al hombre enemigo del hombre.

En el último tercio del siglo XX, se han adelantado estudios sobre la situación del hombre y la educación en el mundo, en los que filósofos, científicos, pedagogos, humanistas, eran coincidentes. En “Aprender, horizonte sin límite” se recopilan algunos de ellos. Allí podemos leer que “aunque muy avanzados en otras dimensiones, los hombres y mujeres modernos son, hoy por hoy, incapaces de entender plenamente el significado y consecuencias de lo que hacen” (ii).

Es -probablemente- una de las consecuencias del pensamiento moderno que ha sido incapaz de resolver acertadamente el verdadero enigma del hombre ante sí mismo.

Para configurar el futuro creativamente es necesario que la educación aporte toda su experiencia y conocimientos de forma decidida y responsable. Que el temor a la equivocación no atenace a los educadores ni impida su vital contribución con otros a la configuración de la sociedad futura, en las que el desarrollo de la solidaridad en cada uno de nosotros tiene mucho que ver.

Recientemente (el 2 de septiembre) en Gdansk, Polonia, se ha firmado un documento revelador: la Carta de los Deberes del Hombre. La Carta subraya la importancia de la solidaridad, como “un imperativo interno para actuar a favor de los demás” y seis ámbitos en los que, de manera principal, se han de cumplir los deberes de cada persona:

el bien común,

la justicia, frente a toda forma de corrupción,

el conocimiento de la verdad y las actuaciones consecuentes con ella y la debida formación de la propia conciencia,

a veracidad para informar de acuerdo con la verdad y no según criterios políticos o comerciales, y el respeto al buen nombre de los demás,

el respeto a la vida,

la familia, comenzando por el deber de los padres de cuidar de sus hijos desde el momento de la concepció

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