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Respuesta:
EL FASCISMO: es una ideología política y cultural fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo.
EL PERIODISMO: promovió la industrialización y la producción nacional, ampliando el mercado interno, créditos públicos, a través de las empresas estatales, o por medio de políticas tarifarias y de compras preferenciales del Estado, como el "compre nacional".
Explicación:
espero haberte ayudado
Desde sus mismos orígenes, el régimen peronista ha dado lugar a un intenso
debate tanto a nivel de los estudiosos como del público en general, respecto
al carácter que cabría reconocerle en función de sus componentes
ideológicos como así también por su estilo político.
Así, por ejemplo, los politólogos no logran ponerse de acuerdo respecto del
lugar que correspondería asignarle en la tipología de las formas de poder. En
efecto, de acuerdo a las interpretaciones más antiguas, se habría tratado de
una forma especial de fascismo. Desde el marxismo, se le ha atribuido
igualmente ese carácter fascista pero también, basándose en el análisis que
hace Marx del gobierno de Napoleón III, se lo ha catalogado como un caso
de ejercicio bonapartista del poder. Otros lo han señalado como un ejemplo
de populismo nacional característico de los países en desarrollo, mientras
que una cuarta corriente lo asimila al tipo ideal de la dictadura autoritaria de
desarrollo, que fuera definido por J. Linz sobre la base de su estudio del
régimen español de Franco. (Waldmann, 1985: 12,13).
Sin embargo, la calificación más difundida en los ámbitos académicos y en
los ámbitos cotidianos, es aquella que imputa al peronismo del período 1943-
1955 un marcado carácter fascista, que aún en la actualidad goza de cierto
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grado de aceptación. Esto obedecería, a nuestro juicio, al hecho de que el
concepto de fascismo fue objeto en el transcurso del tiempo de importantes
modificaciones en lo que respecta a su contenido y sentido originarios, los
que fueron transformándose al calor de la lucha política en un argumento
polémico al punto que su valor científico termina siendo problemático.
(Saborido, 1994: 159).
Efectivamente, es posible constatar tanto en la esfera de lo científico como
en la de lo político, un uso abusivo e impropio del término fascismo. En el
primer plano citado, esto ocurre al aludir con el mismo a cuanto
nacionalismo autoritario de derecha se quiera referir, a despecho de las
diferencias que éste pudiera haber tenido con el modelo italiano. En el plano
de lo político, observamos ese empleo inflacionario a diestra y siniestra del
arco ideológico, donde acaba convirtiéndose en un mote peyorativo o en un
encuadre descalificador del ocasional contrincante. Liberales, conservadores,
socialistas y comunistas han incurrido o incurren en este vicio, si bien los
últimos han asumido las posturas más radicales al respecto (Saborido, 1994:
159, 160).
Creemos que a menudo la imputación genérica de fascismo que se hace al
peronismo del período que nos ocupa ha tenido un carácter interesado,
siendo alentada desde adentro y desde afuera del país. Desde el exterior, por
Estados Unidos, para quien Perón era un estorbo en sus planes de hegemonía
regional. Por eso, entre otras diatribas, difundió el mito del “IV Reich” a
establecerse en la Argentina, para evitar que técnicos alemanes se radicaran
en ésta y potenciaran su desarrollo industrial. Paralelamente, el
Departamento de Estado intentaba reclutar científicos de esa nacionalidad
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para expandir su programa nuclear y espacial (Page, 1999: 112). Desde el
interior de la Argentina, los opositores políticos de Perón, ostensiblemente
apoyados por la embajada norteamericana, procuraron encorsetar la pugna
que mantenían con éste dentro de un contexto propuesto por ellos mismos,
en el que la democracia aparecía enfrentada con el fascismo en su versión
vernácula. A propósito de ello, resulta curioso que entre los defensores de la
democracia argentina se encontraran los comunistas. Por otra parte, la
documentación sobre la cual se basaron las acusaciones formuladas contra
Perón en el sentido de que éste actuaba como agente del nazismo, se reveló a
posteriori como carente de autenticidad (Page, 1994: 117).
Por tanto, en este trabajo nos proponemos explorar dentro del universo del
peronismo y del fascismo a fin de establecer, mediante un enfoque
comparativo, similitudes y diferencias en sus discursos ideológicos,
condiciones históricas, estilos políticos, bases sociales, perspectivas
filosóficas, etc., a partir de las cuales podamos confirmar o disconfirmar la
asociación que se atribuye a ambos regímenes.
No obstante, aún siendo concientes de la dificultad que entraña brindar una
definición del concepto, adoptaremos a modo de definición operativa de
fascismo la propuesta por Buchrucker -quien a su vez se ha basado sobre el
análisis que formulara Ernest Nolte-, la que a continuación transcribimos:
“La reacción específica sólo podía ser un antimarxismo, que se confrontaba
explícitamente con el pensamiento, la voluntad y la perspectiva centrales de
un marxismo interpretado según la realidad del bolcheviquismo. Este antimarxismo adoptaba la idea bolchevique de la destrucción total del enemigo
y la canalizaba contra su propio autor, y contra su causa. En esta voluntad
se sentía identificado con la historia, una historia entendida como
regeneración. A la perspectiva de la sociedad sin clases oponía, con la
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