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espero te ayude
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1. TU NIVEL DE ESTRÉS Y ESTADO DE ÁNIMO
De poco sirve tener una salud física de hierro cuando lo vemos todo negro: el estrés acorta la vida y la hace un poco más agobiante, sobre todo el que nos producimos nosotros mismos. Hans Selye, el médico inventor del término estrés, ya lo dijo: una actitud estresada ante la vida nos rompe tarde o temprano.
Plantéate también cómo andas de ilusión. La depresión es un problema en aumento. Muchas personas intentan solucionarlo tomando un medicamento, pero si nos falta vitalidad deberíamos consumir alimentos con vida (ricos en vitaminas, antioxidantes…) y acercarnos a la vida natural (ejercicio, respiraciones, tomar el sol…).
2. ¿OCULTAS ALGUNA ENFERMEDAD SILENCIOSA?
Se dice que la salud es el silencio del cuerpo. Pero hay una serie de patologías, generalmente crónicas, que en estadios iniciales no dan síntomas importantes. Si nuestro estado de ánimo es bueno, podemos evaluar nuestro estado físico, basándonos en síntomas fáciles de identificar.
Podemos empezar por averiguar si tenemos en un rango adecuado los niveles de colesterol, triglicéridos, azúcar y hormonas, y si los diferentes órganos funcionan bien.
No debemos olvidarnos de acudir al médico de vez en cuando para que nos haga un chequeo, especialmente a partir de los 40 años. A partir de esta edad no estará de más que nos hagamos un análisis de sangre cada dos o tres años.
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Además de las variables mencionadas, las pruebas hepáticas o renales nos dan una indicación bastante precisa de lo que se puede estar cociendo en nuestro cuerpo.
Aquella máxima naturista de que lo que comemos es lo que somos o seremos es relativamente cierta, pero también tenemos una herencia, a veces muy pesada, que nos puede conducir a la enfermedad. Hay familias en las que el cáncer, la diabetes, el colesterol y otros trastornos son más frecuentes.
Con los estudios genéticos se puede determinar el riesgo de padecer ciertas enfermedades. Son de mucha utilidad en patologías, como por ejemplo, el cáncer de colon. Si algún familiar cercano ha padecido alguna de ellas, haremos bien en someternos al consejo genético.
También se heredan las costumbres, en especial las alimentarias y las relacionadas con la actividad física, importantísimas en el desarrollo de las enfermedades. En este caso, está en nuestra mano modificarlas y adquirir hábitos sanos.
3. MÍRATE LA PIEL
¿Es bonita, saludable? La piel es la frontera con el medio ambiente externo. Es también nuestra imagen. Pero no hemos de fijarnos en si tenemos más o menos verrugas o cicatrices. Nos referimos a la salud de la piel en palabras mayores.
¿Aguantas bien el frío? La reacción al frío o el calor indica el estado de la circulación. Una piel bien irrigada responde mejor a los cambios de temperatura y prueba que la circulación también será buena en las piernas, en el cerebro, en el sistema digestivo…
Las personas que aguantan muy mal los días más fríos pueden sufrir un exceso de tono nervioso vegetativo. Tienen los nervios a flor de piel y la reacción al frío suele ser bastante deficiente. El consejo es que deberían calmarse un poco en el día a día.
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Tampoco hay que desatender las manchas que aparecen en la piel. A veces no sabemos si un lunar o una mancha son benignos o no. Veamos el «ABCDE» de las características que debemos tener en cuenta cuando observamos una peca de la piel:
Asimetría
Bulto
Color (más de un color, a veces tirando a violáceo)
Diámetro
Evolución (cuando crece)
La existencia de tres o más de estas características debería llevarnos al dermatólogo para descubrir a tiempo los cánceres de piel.
4. LA CARA Y LA BOCA, UN ESPEJO DE TU SALUD
La expresión de la cara nos dice mucho:
Los ojos saltones pueden sugerir algún problema hormonal, como el hipertiroidismo.
Las arrugas de la frente expresan preocupación.
Una cara relajada indica menos tendencia a las contracturas, y posiblemente a las enfermedades moduladas por el sistema nervioso, como la gastritis, el asma y los dolores menstruales…
También los dientes hablan de nosotros. Decía el Dr. Theron Randolph, odontólogo, que el estado de los dientes presenta una relación directa con la salud corporal y en especial con el sistema conectivo y las articulaciones.
Por eso cuidar los dientes es ocuparse de la salud general: las piezas dentarias deberían estar íntegras hasta los 50 años, a partir de esa edad no es infrecuente padecer una periodontitis e ir perdiendo alguna pieza, pero esta aparición se retrasa con unas costumbres adecuadas.