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Todos conocemos a Paris, un joven príncipe troyano que vivió lejos del reino de su padre porque se sospechaba que recaía sobre él un oráculo que anticipaba la invasión de Troya (y la muerte de todos sus habitantes). El oráculo tenía razón. Resulta que este chico se enamoró de una muchacha griega llamada Helena. Se enamoró tanto que la secuestró, cruzó el mar y la hizo su esposa.
El problema es que esta chica Helena ya estaba casada, con el rey de Esparta llamado Menelao. Paris hizo enojar al rey de Esparta, la ciudad más bélica de aquel entonces. Y este secuestro, podríamos decir inocente, dio lugar a la guerra de Troya.
Sin embargo, no es que Paris se enamoró de un día a otro a Helena. Resulta que también tenía sus buenas razones para desatar la guerra. Esto nos remite a la boda de Tetis (una nereida) y Peleo (un ser humano) quienes además son los padres del grandíoso Aquiles. Pero antes de que nazca este hijo tan famoso, la diosa Tetis y el mortal Peleo se casaron y, como querían una fiesta enorme, invitaron a todos, todos, todos en la antigua Grecia. La boda fue algo así:
Como se puede ver en la imagen anterior, resulta que la boda de Tetis y Peleo terminó en altercado. Recuerdan que les contaba que ellos invitaron a todos en Grecia, pues no quisieron invitar a una sola diosa: Eris, que significa la discordia. Pues Eris se enojó mucho pero decidió ir a la boda y plantear un pequeño juego. La diosa disgustada colocó una manzana en el centro de la mesa con una pequeña leyenda que decía: “Para la más bella”. Pues nadie se atrevía a pensar cuál de todas las diosas griegas podría ser la más bella así que comenzaron los disgustos. Zeus, el más poderoso y padre de los dioses, decide que Paris (aquel muchacho troyano que traería disgustos a su familia) será el juez que decida quién sería la más bonita de las diosas. La competencia tenía tres contrincantes.
La primera participante fue Hera, la esposa de Zeus. Ella es la diosa de la familia y de la agricultura. A pesar de que estaba casada con el rey de los dioses, sentía muchos celos de los amoríos de su esposo. Debemos aclarar que Zeus tuvo muchos hijos con otras mujeres y diosas, muchísimos. Muchísimos. Hera representa el matriarcado y el matrimonio y, obviamente, quería ser la más bonita. Por lo tanto, esta diosa le prometió a Paris que si la elegía como ganadora le podría dar todo el poder que deseara, inclusive le dijo que podría ser el emperador de Asia.
En segundo lugar, la diosa Atenea también quiso obtener el premio de la más bonita. Ella es hija de Zeus y la consideraban tan inteligente ya que incluso nació de la cabeza de su padre por concepción propia. Hay que ponerle un poco de imaginación a esto de nacer de la cabeza de un dios. Atenea representa la sabiduría, el arte de la batalla, la civilización y la estrategia. Por lo tanto, esta diosa le ofreció a Paris la posibilidad de ganar todas las batallas que se le presenten, en otras palabras, la inteligencia.
La tercera interesada fue Afrodita, muy conocida porque es la diosa de la belleza, lo sublime y el amor. Esta diosa nació de la espuma del mar luego de que Cronos (el dios del tiempo y padre de Zeus) cortara los genitales de Urano (el dios que representa el cielo). Entonces Afrodita representa el deseo, la lujuria, y eso es lo que ofreció a Paris: el amor de la mujer más bella de la Tierra.
Paris escuchó las tres ofertas y se decidió por la de Afrodita, es decir, a quién le importa el poder o el triunfo si es que puedes tener el amor de la mujer más bella del mundo. Resulta que esta mujer era Helena, la esposa del rey de Esparta. Así que toda la guerra de Troya y su destrucción nació de la competencia entre tres diosas que querían que un mortal asegure que son las más bonitas. Era de que no se peleen, digo yo.