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esumen Durante los años noventa, los mercados de trabajo de América Latina se caracterizaron, en general, por la limitada capacidad de sus economías de generar puestos de trabajo productivo, crecientes niveles de desempleo, una concentración de los nuevos puestos de trabajo en el sector informal, una creciente brecha de ingresos entre la mano de obra calificada y la no calificada y una elevada disparidad en las condiciones de empleo entre hombres y mujeres. A la insuficiente generación de empleo productivo, analizada en el primer capítulo de este documento, contribuyó la creciente integración de las economías latinoamericanas a los mercados globales que las obliga a aumentos continuos de su competitividad. Esta presión se mantendrá en el futuro, y una creciente productividad es imprescindible para mejorar los niveles de bienestar en la región. Sin embargo, a la vez es necesario que el crecimiento económico genere más puestos de trabajo que además sean de calidad adecuada. El reto, por lo tanto es una mayor generación de empleo en las actividades formales que no vaya en detrimento de la productividad y la competitividad. Con este documento se intenta contribuir a la discusión sobre cómo lograr que la modernización económica sea menos excluyente, es decir que sea capaz de integrar, crecientemente y en forma productiva, a los grupos de la población marginados del desarrollo económico, político y social. Para ello, en el segundo capítulo, se evalúa el potencial de modernización incluyente en tres segmentos de la estructura productiva de la región y se proponen medidas que fomentarían estas transformaciones: 1. Una mayor integración de PYMEs productivas a través de la integración en relaciones de proveedores con grandes empresas, la especialización complementaria y cooperación entre PYMEs, la integración de PYMEs en la economía de exportación y el desarrollo de nuevos servicios complementarios a la producción; 2. Un mayor aprovechamiento del potencial de modernización incluyente de la maquila, garantizando el cumplimiento de estándares laborales adecuados y estimulando procesos de aprendizaje tecnológico-organizacional; 3. La diversificación de la industria y los servicios sobre la base de una modernización incluyente del sector primario. El tercer capítulo del documento parte del reconocimiento de que las nuevas condiciones competitivas y el cambio tecnológico-organizacional imponen nuevas exigencias a la institucionalidad laboral. En consecuencia, se discuten las necesidades y alcances de cambios en tres áreas de la política de empleo y del mercado laboral, que tendrían un efecto transversal para la modernización incluyente ya que contribuyen a la doble meta de mejorar la competitividad y crear empleo productivo permanente: 1. Se considera necesario modificar, con base en procesos de diálogo social, las normas laborales para fomentar la flexibilidad en el mercado de trabajo. En este contexto hay que tomar en cuenta las características específicas de este mercado y complementar la flexibilización con una ampliación de la cobertura de los sistemas de protección social y laboral; 2. Se plantea la importancia de reformar la formación profesional con una orientación hacia una mayor flexibilidad respecto a una demanda cambiante. Se propone una cooperación más intensiva entre las instituciones de formación profesional y las empresas privadas y medidas para mejorar la transparencia del mercado correspondientes. 3. Se analizan las experiencias e instrumentos del fomento de la creación de nuevas empresas para estimular, sobre todo, el surgimiento de iniciativas empresariales con énfasis en nuevas actividades innovadoras/complementarias.
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