infección agua o Crónica en la vejiga urinaria causada por bacterias uréter uretra arteria renal
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Respuesta:
infección renal
las infecciones ascienden de la zona genital por la uretra a la vejiga, luego por los uréteres y llegan hasta el interior de los riñones. Si las vías urinarias funcionan con normalidad, se suele evitar que la infección ascienda hacia los uréteres y penetre en los riñones gracias a la eliminación de los microorganismos por la acción del chorro de orina y por el cierre de los uréteres a la entrada de la vejiga. Sin embargo, cualquier bloqueo físico (obstrucción) del flujo de orina (como una anomalía estructural, un cálculo renal, una dilatación de la glándula prostática o el reflujo de la orina desde la vejiga hasta el interior de los uréteres) aumenta la probabilidad de que sobrevenga una pielonefritis.
El riesgo de pielonefritis aumenta durante el embarazo ya que durante el mismo, el engrosamiento del útero hace que aumente la presión sobre los uréteres y se obstruye parcialmente la circulación normal del flujo de orina. El embarazo también aumenta el riesgo de reflujo de orina por los uréteres, que causa dilatación de estos conductos y reduce las contracciones musculares que fuerzan la orina a descender por los uréteres hasta el interior de la vejiga. De vez en cuando, un catéter que permanece en la vejiga puede causar pielonefritis al permitir que las bacterias entren o permanezcan en la vejiga.
En cerca del 5% de los casos, las infecciones llegan a los riñones desde otra parte del organismo a través del torrente sanguíneo. Por ejemplo, una infección en la piel por estafilococos puede extenderse a los riñones por el torrente sanguíneo.
El riesgo y la gravedad de la pielonefritis se incrementan en las personas con diabetes, o con un sistema inmunitario debilitado (que reduce la capacidad del organismo de combatir las infecciones). La causa de la pielonefritis suele ser bacteriana, pero es poco frecuente que la causa sea la tuberculosis (se trata de una causa bacteriana de pielonefritis muy infrecuente), infecciones fúngicas o virus.
Algunas personas padecen infecciones prolongadas (pielonefritis crónica). Casi todas ellas sufren considerables anomalías subyacentes, tales como obstrucciones del tracto urinario, cálculos renales que persisten o, con mayor frecuencia, reflujo de orina desde la vejiga hacia los uréteres (lo que se produce sobre todo en niños pequeños). La pielonefritis crónica hace que las bacterias se liberen en el torrente sanguíneo, a veces causando infecciones en el riñón opuesto o en otras partes del organismo. En raras ocasiones, la pielonefritis crónica llega a dañar los riñones gravemente.
Síntomas
Los síntomas de la pielonefritis suelen empezar repentinamente con escalofríos, fiebre, dolor a ambos lados de la zona lumbar, náuseas y vómitos.
Alrededor de un tercio de las personas que sufren pielonefritis también presentan síntomas de cistitis (infección de la vejiga), como micción frecuente y dolorosa. Los riñones, uno o ambos, aparecen aumentados de tamaño y doloridos y los médicos obtienen una respuesta dolorosa a la palpación en la región lumbar del lado afectado. En algunas ocasiones los músculos del abdomen están fuertemente contraídos.
Explicación:
La irritación provocada por la infección o por el paso de un cálculo renal (si lo hay) causa espasmos ureterales. En caso de espasmos de los uréteres, se experimentan crisis de dolor intenso (cólico renal). En los niños, los síntomas de una infección renal suelen ser leves y más difíciles de reconocer. En las personas ancianas, la pielonefritis puede no causar ningún síntoma que parezca indicar un problema de las vías urinarias. En cambio, las personas mayores pueden presentar una disminución de la capacidad mental (delirio o confusión), fiebre o una infección del torrente circulatorio (septicemia).
A veces, pruebas de diagnóstico por la imagen
os síntomas típicos de la pielonefritis llevan al médico a hacer dos pruebas comunes de laboratorio para determinar si los riñones están infectados: (1) el examen de una muestra de orina al microscopio para hacer un recuento del número de glóbulos rojos y blancos y el número de bacterias y (2) un cultivo de orina, en el que las bacterias de una muestra de orina se cultivan en un laboratorio para identificar el número y tipo de bacterias que contiene (véase también Análisis y cultivo de orina). También pueden llevarse a cabo análisis de sangre para determinar si existe un exceso de glóbulos blancos (lo que sugeriría la presencia de una infección), bacterias en la sangre o daño renal.