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ZAPATOS EN EL TIEMPO
El uso de los zapatos se remonta a muchisimos años antes de cristo, los primeros registros de uso de zapatos relflejan las Sandalias tejidas con papiro, utilizadas hace 2000 años antes de cristo.
El primer zapato propiamente dicho que se conoce es un modelo de cuero en forma de mocasín. Se sujetaba al pie con unos cordones de cuero sin curtir y gozó de especial predilección en Babilonia hacia 1.600 años a.C. A partir del año 600 a.C., las mujeres griegas de la clase alta adoptaron un calzado de cuero similar, ajustado al pie, y los colores de moda eran el blanco y el rojo. Los romanos fueron los primeros en establecer, alrededor del año 200 a.C., gremios de zapateros, y estos profesionales fueron también los primeros en diferenciar el calzado para el pie izquierdo y para el derecho.
A mediados del siglo XIV, hizo su aparición un nuevo estilo: los zapatos con puntas extremadamente largas y afiladas. Este calzado, los llamados “crakows” eran absurdamente largos y puntiagudos, por lo que la gente tropezaba constantement con ellos.
Los tacones o zapatos de tacon alto no aparecieron de la noche a la mañana. Crecieron, centímetro a centímetro, a lo largo de las décadas, y la tendencia más extrema se inició en la Francia del siglo XVI.
Durante la Edad Media, cuando el hacinamiento y las pésimas condiciones sanitarias hacían de las deposiciones humanas y animales un desagradable obstáculo en las calles, las botas con suela gruesa y tacón alto ofrecían unos centímetros de protección práctica, así como una altura adicional de innegable valor psicológico.
En esta misma época aparecieron los zuecos, tuvieron su origen en el norte de Europa como un calzado adicional, en parte o totalmente de madera, con una base gruesa para proteger los buenos zapatos de cuero del usuario contra el barro y la suciedad de las calles.
En el siglo XVII, el llamado “oxford”, un zapato bajo de piel de becerro, atado sobre el empeine a través de tres o más ojales, fue la creación de los zapateros de aquella ciudad universitaria inglesa. Los ricos recurrían al calzado importado de Inglaterra. La selección, precio y comodidad del calzado mejoraron a mediados del siglo XVIII cuando se inauguró la primera fábrica americana de este ramo en Massachusetts.
En el siglo XVIII, las damas de la corte francesa usaban zapatos de brocado con tacón alto cuya elevación podía llegar a los ocho centímetros, y en otros países las mujeres, adoptando la moda llegada de París, se pasaron al llamado “tacón francés”. Con el tiempo, se impuso una polarización en los tacones, pues mientras los de las mujeres se hacían cada vez más altos y estrechos, los de los hombres se reducían (aunque no en las botas de montar).
La mecanización completa de la confección de calzado, y con ella la auténtica producción en serie, tardó en llegar. En 1892, la Manfield Shoe Company de Northampton, en Inglaterra, puso en marcha las primeras máquinas capaces de producir zapatos de calidad en medidas estándar y en grandes cantidades.
Para el siglo XIX los zapateros británicos, aprovechando una victoria militar, popularizaron las “Wellington”, botas altas así llamadas en honor de Arthur Wellesley, el “Duque de hierro” de Wellington.
En los años veinte, “tacón alto o zapato alto” ya no indicaba la altura real de un tacón de zapato, sino que connotaba una atractiva moda femenina en el calzado.
En la actualidad existen gran variedad de zapatos, altos y bajos para cada persona, hombre o mujer, ajuntados a las tallas y formas de los pies, sin límite alguno a la hora de comprar.