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Teóricamente se dice que el papel de los medios masivos de comunicación es informar, formar y entretener; todo ello dentro de unos principios de imparcialidad, veracidad, claridad, objetividad, investigación, diversidad de fuentes, presunción de inocencia y rectificación, si fuere necesario.
Con el paso del tiempo, el desarrollo tecnológico y la gran capacidad de llegarle a la población, su rol en la sociedad fue cambiando para convertirse en un importante medio de publicidad, como también, en un arma excelente para difundir ideologías y formas de pensar. Por ello, muchos grupos políticos y gobiernos los han utilizado como principal estrategia para llegar o mantenerse al mando, siendo considerados estos medios como el cuarto poder dentro de una verdadera democracia.
La comunicación masiva, bien utilizada, tiene una capacidad inmensa de contribuir al desarrollo de la sociedad y al crecimiento de un país, pero igualmente, cuando su trabajo esta sesgado para favorecer intereses económicos o políticos, suelen dejar a un lado la ética y sus principios y pueden causar un daño importante en la sociedad.
En estos momentos críticos de nuestro país, en que cada día se radicalizan más las posiciones ideológicas y algunas instituciones han caído en el protagonismo mediático, no es bueno para el presente y el futuro de Colombia que medios de comunicación, con alta influencia en la población, adopten posiciones políticas y entren a avivar el fuego ideológico, con información llena de sensacionalismo y juicios de valor que no les corresponden.
“El palo no está para cucharas”, decían los campesinos en épocas de la violencia y podemos repetirlo ahora. No hay otro camino diferente a la reconciliación para salir adelante. Con pesar y profunda tristeza tenemos que aceptar el pasado, aprender de la experiencia y mirar hacia adelante, porque de lo contrario volveremos al mismo estado de violencia en que hemos vivido en varias oportunidades después de nuestra independencia.
El llamado es a la cordura, al respeto a las instituciones y las ideas, a aceptar las diferencias, independiente de donde vinieren y trabajar por lo que nos une: el país, la comunidad, la equidad social y el crecimiento personal de todos los colombianos.
La invitación es para todos, sin importar colores, a bajarle el tono a la violencia, hasta ahora verbal; pero especialmente a los medios de comunicación, los cuales con imparcialidad y espíritu constructivo, pueden jugar un excelente papel en la reconciliación y mejor futuro del país.