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El investigador del CONICET Gustavo Villarosa explica los alcances del evento que sacudió a Bariloche en 1960 y que podría volver a ocurrir.
Sesenta años atrás, la postal perfecta de la ciudad de Bariloche bordeando el Lago Nahuel Huapi se alteró por completo y dejó una huella profunda en el imaginario colectivo patagónico. Fue el 22 de mayo de 1960, cuando una ola de dos metros rompió la calma del paisaje de montañas y se impuso con violencia. En el mismo momento, desapareció el muelle apostado frente al Centro Cívico, se hundieron varios barcos y perdieron la vida dos personas. Los pobladores reconocieron el fenómeno como un “lagomoto” pero, en realidad, lo que ocurrió fue algo inédito: el primer y único “tsunami lacustre” documentado históricamente en la zona, es decir, el primer tsunami ocurrido en un lago continental de Argentina. Desde entonces, el riesgo de que se repita continúa latente.