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Resumen
La definición de sus límites fue tarea prioritaria de la política exterior costarricense desde el siglo XIX. Por ello el país se vio envuelto en serias controversias con sus vecinos. La disputa con Nicaragua se debió a la indefinición del límite propiamente dicho, a los mutuos reclamos del territorio del Guanacaste ya la cuestión de los derechos canaleros. La coincidencia del territorio en disputa con una posible ruta canalera despertó el interés de las grandes potencias, en especial de Estados Unidos. En 1888 este país medió en la disputa. El Laudo Cleveland de ese año ratificó la validez del Tratado Cañas-Jerez de 1858, consolidó la posesión del Guanacaste por Costa Rica y fijó las bases para la demarcación definitiva del límite Costa Rica-Nicaragua. Sin embargo, no definió satisfactoriamente los derechos canaleros de cada país. Una de las principales preocupaciones de la política exterior de Costa Rica a mediados del siglo XIX fue el establecimiento de sus límites territoriales. Esta preocupación la llevó a serias disputas tanto con Nicaragua como con Colombia. Las disputas con el primero incluyeron la falta de definición de la frontera en sí, los reclamos contradictorios sobre Guanacaste y el tema de los derechos del canal. El hecho de que el territorio en disputa coincidiera con una propuesta de ruta del canal interoceánico atrajo la atención de las grandes potencias, especialmente Estados Unidos. La mediación de este país condujo, en 1888, al Laudo Cleveland, que ratificó el Tratado Cañas-Jerez de 1858, validó el control de Costa Rica sobre Guanacaste y sentó las bases legales para la eventual demarcación de la frontera entre los dos países. Sin embargo, no definió satisfactoriamente los derechos de canal de ninguno de los dos países. La principal preocupación de la política exterior a mediados del siglo XIX fue el establecimiento de sus límites territoriales. Esta preocupación la llevó a serias disputas tanto con Nicaragua como con Colombia. Las disputas con el primero incluyeron la falta de definición de la frontera en sí, los reclamos contradictorios sobre Guanacaste y el tema de los derechos del canal. El hecho de que el territorio en disputa coincidiera con una propuesta de ruta del canal interoceánico atrajo la atención de las grandes potencias, especialmente Estados Unidos. La mediación de este país condujo, en 1888, al Laudo Cleveland, que ratificó el Tratado Cañas-Jerez de 1858, validó el control de Costa Rica sobre Guanacaste y sentó las bases legales para la eventual demarcación de la frontera entre los dos países. Sin embargo, no definió satisfactoriamente los derechos de canal de ninguno de los dos países. La principal preocupación de la política exterior a mediados del siglo XIX fue el establecimiento de sus límites territoriales. Esta preocupación la llevó a serias disputas tanto con Nicaragua como con Colombia. Las disputas con el primero incluyeron la falta de definición de la frontera en sí, los reclamos contradictorios sobre Guanacaste y el tema de los derechos del canal. El hecho de que el territorio en disputa coincidiera con una propuesta de ruta del canal interoceánico atrajo la atención de las grandes potencias, especialmente Estados Unidos. La mediación de este país condujo, en 1888, al Laudo Cleveland, que ratificó el Tratado Cañas-Jerez de 1858, validó el control de Costa Rica sobre Guanacaste y sentó las bases legales para la eventual demarcación de la frontera entre los dos países. Sin embargo, no definió satisfactoriamente los derechos de canal de ninguno de los dos países.
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