• Asignatura: Historia
  • Autor: gabii8787
  • hace 2 años

formas de utopia en la actualidad

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Respuesta dada por: carlsprez6
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La utopía tiene una amplia discusión y requiere permanente reformulación para cada abordaje. Los cambios producidos en el terreno político histórico y filosófico de fin de siglo XX impusieron una revisión de este concepto especialmente a propósito de la proclama del fin de las ideologías, del fin de la historia, entre otros fines. Nos proponemos aquí volver sobre el concepto para revisar su historia vinculada a las experiencias revolucionarias modernas; señalar los elementos que constituyen el pensamiento utópico; explorar el empleo del pensamiento utópico en Latinoamérica, dentro de su relación con Europa y revisar las objeciones que se han presentado contra la utopía como pensamiento y práctica política.

La utopía como impulsora del progreso social, exigencia de realizar sin etapas el ideal, como rechazo del derrotismo y el realismo fatalista en el que se inspira la ideología dominante para someter a los dominados. Según Fred Polak la utopía siempre parte de un pesimismo existencial y requiere un optimismo volitivo para romper con todo determinismo que fije el destino humano. González Matas propone un modelo estructural de análisis de las utopías sociales; estructural por tener las utopías coherencia, organización, relaciones que se mantienen fijas, y el utopista un ideal de sociedad que es también un sistema que requiere obtener consenso. Este autor puntualiza que:

1- Los planteos utópicos, además de explicar la naturaleza social de lazo político, intentan modificarlo con la construcción de sistemas ideales de organización político institucional, que muchas veces aparecen estructurados. Esa forma de estructurar el poder constituye un buen indicio de la capacidad del utopista de superar o no la forma que cuestiona en un inicio. La salida que se propone a veces pretende mostrar una supuesta ley natural a la que habría que adaptarse; otros sostienen la necesidad de fundar una ley, pero lo constante es que los utopistas aspiran a formular un consenso social permanente que debe ser superador de las formas existentes, sea elevar la socialización política22, legitimar un contrato social sobre bases racionales23 o sobre el interés de los ciudadanos24. Así, Comte quiere restablecer la creencia religiosa, Durkheim instaurar una moral científica, Pareto la unidad de los sentimientos, Weber –sin entusiasmo– predice una unidad por el desarrollo de la organización burocrática, Marx sostiene la necesidad de terminar con la sociedad de clases.

2- La mayoría de los utopistas afirman sistemas agrarios, agro-artesanales y –los menos– industriales o técnicos. Los que rechazan la influencia exterior los quieren autárquicos, los otros abiertos a los flujos económicos. La propiedad tiene formas de colectivización pero esto no alcanza a todos los casos; en algunos se mantienen diferencias de rangos. En general, este punto pone en evidencia la concepción política del utopista: conservador, reformista o revolucionario.

3- El sistema educativo también está orientado a formar ciudadanos dentro de una ética concentrada en torno al bien común y reforzada por creencias, festejos y mítines que exalten la concepción colectiva. El concepto educativo de los utopistas lleva también la marca del debate de si a los padres les asiste el derecho de educar a sus hijos o si el estado, la ciudad o lo colectivo se los debe sustraer para su formación apropiada. En todos los casos se educa por parte de los mayores, dentro del esquema de Durkheim. Con respecto a la cuestión educativa, según González Matas, se destaca la debilidad en los estudios de Historia de la Educación de referencias al pensamiento utópico que, sin embargo, ocupa un puesto relevante en la génesis de los proyectos y de las instituciones educativas a lo largo de la historia. Las denominadas «utopías del Renacimiento» suelen presentarse bajo este prisma, pero una parte importante de la historia de la pedagogía se vincula a obras utópicas que podrían ser clasificadas en el campo de la contemplación del deber-ser educativo, como la República, de Platón; El filósofo autodidacto, de Tufail; El Elogio de la Locura, de Erasmo; La Nouvelle Heloïse, de Rousseau; Así habló Zarathustra, de Nietzche y ciertas tesis de lo que llamamos la Pedagogía de la Muerte de la Escuela (Illich, Reimer, etc.). Las utopías pedagógicas realizables, no meras contemplaciones ideales de un deber-ser alejado de lo posible, habrá que buscarlas en los experimentos de colectivismo y vida en común. La respuesta al problema educativo está inmersa en las soluciones dadas a la manera de entender, por estos grupos, su idea de vida en común.

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