A qué tipo de variedad (en este caso, del español) se refiere el siguiente artículo periodístico de Gisela Galimi, publicado por Clarín el 12 de enero de 1997? ¿Por qué?
EL VIAJERO ILUSTRADO
No es fácil hablar en América Latina
Dijo un escritor de estas tie rras que “Latinoamérica tiene una misma lengua que nos separa”. El viajero ilustrado que haya recorrido con el oído atento el continente, sabrá que no solo es verdad, sino que además esto puede traer algunas dificultades. La experiencia de viajar lo hará evitar la ira, cuando después de dos horas de buscar un regalo para su suegra, la vendedora le pregunte cómo quiere cancelar: en Venezuela, Colombia o Chile esto significa que debe contestar si con tarjeta o efectivo, ya que en esas latitudes cancelar es sinónimo de pagar.
De la misma manera, si a la via jera frecuente le dicen en Chile que tiene una linda lola, delante de su hija, no se pondrá colorada. El interlocutor está alabando a la niña, ya que “lola” o “lolo” quiere decir chico en el país trasandino, igual que en Uruguay se les llama “botija”, en Para guay “mita”, en México “chavo”
o en Buenos Aires “pibe”. También en el Caribe, el via jero no dejará que le lleven las maletas a una habitación sin regadera, ya que en México, Colombia o Venezuela esto sig nifica que está tomando un cuar to sin ducha.
Si en lugar de Centroamérica está comiendo en Uruguay, el trotamundo no se equivocará; al pedir chivito, sabrá que no debe esperar carne de chivo sino un riquísimo sándwich de lomo.
Del mismo modo, cuando sus nuevos amigos venezolanos le pidan que “se baje de la mula”, significa que están juntando di nero para pagar la cuenta o que lo están asaltando, depende del modo en que se lo digan, el grado de amistad y la presencia de tes tigos, situaciones que el viajero ilustrado sabrá distinguir perfec t a m e n t e .
Si lo están cargando podrá de cir en venezolano básico “no me eches vaina” (“vaina”, al igual
que “cosa” aquí puede tener muchos significados), lo que en panameño significa “no me vacilés”.
Frente a situaciones de sorpresa, también en Panamá podrá exclamar “Ay chuleta” y si todo sale bien, decir en el Caribe que todo está che verísimo –Panamá, Ve n e z u e l a o Colombia– o que todo salió “padrísimo” en México.
Finalmente, si la cosa se pone complicada y el viajero se cansa de la incansable si nonimia latinoamericana, pue de optar por buscar una mina y decirle que “quiere morfar con poca guita”, con lo cual nadie le entenderá nada y el diálogo se llevará adelante en igualdad de condiciones; o haciendo uso de su extenso bagaje cultural e inagotable practicidad, preguntar al in terlocutor si habla inglés y continuar la conversación en una lengua globalizada.
Respuestas
Respuesta:
b) Criptomanía puntillosa
La palabra “criptomanía” no existe en el diccionario. Sin embargo, dado que respeta las reglas de
formación de palabras (reglas morfológicas) del español, es una palabra posible de nuestra lengua.
Además, el invento viene como anillo al dedo. Porque en esta sección van a entrar en el mundo de
las manías lingüísticas, algunas más conscientes que otras, de producir textos oscuros, textos crípti-
cos, textos que demandan ser excavados, escrutados, escudriñados.
1. ¿A qué tipo de variedad (en este caso, del español) se refiere el siguiente artículo periodístico de
Gisela Galimi, publicado por Clarín el 12 de enero de 1997? ¿Por qué?
EL VIAJERO ILUSTRADO
No es fácil hablar en América Latina
Dijo un escritor de estas tie-
rras que “Latinoamérica tiene una
misma lengua que nos separa”.
El viajero ilustrado que haya
recorrido con el oído atento el
continente, sabrá que no solo es
verdad, sino que además esto
puede traer algunas dificultades.
La experiencia de viajar lo hará
evitar la ira, cuando después de
dos horas de buscar un regalo
para su suegra, la vendedora le
pregunte cómo quiere cancelar:
en Venezuela, Colombia o Chile
esto significa que debe contestar
si con tarjeta o efectivo, ya que
en esas latitudes cancelar es
sinónimo de pagar.
De la misma manera, si a la via-
jera frecuente le dicen en Chile
que tiene una linda lola, delante
de su hija, no se pondrá colorada.
El interlocutor está alabando a la
niña, ya que “lola” o “lolo”
quiere decir chico en el país
trasandino, igual que en Uruguay
se les llama “botija”, en Para-
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