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La Edad Media.
A partir de la caída del Imperio romano, Galicia entra en un período de inestabilidad promovida por la invasión de los pueblos germánicos. Los primeros en asentarse fueron los suevos, que después se enfrentaron a los visigodos por el dominio del territorio. Estos alcanzaron, tras varios intentos, el poder de lo que hoy es Galicia y, entre contienda y contienda, el pueblo se fue cristianizando. Tras la dominación visigoda, que constituyó el primer Reino de Galicia, y el paso de los musulmanes por la mayor parte de la península, Galicia encara una nueva etapa monárquica bajo el dominio de Alfonso I (VIII), rey de Asturias, que establece en aquella zona su corte.
Durante el reinado de Alfonso II se descubre el supuesto sepulcro del apóstol Santiago, hecho que determinará el devenir de Galicia. Comienza entonces una ruta de peregrinaje que se extendió por todos los rincones de Europa. Por ella llegaban las nuevas corrientes culturales, políticas y sociales. El estilo románico impregnó la arquitectura y son abundantes las muestras que han llegado hasta nuestros días. Sin duda, la más importante es la propia catedral de Santiago, que sentó además las bases de un estilo propio, el del románico compostelano, con el Maestro Mateo como su mayor exponente.
La pelea más encarnizada por el trono de Galicia comienza con la muerte de Alfonso III el Magno. Este deja a sus tres hijos sus posesiones. A Ordoño (que será II de León) le corresponde Galicia, que territorialmente ya se asemeja más a lo que es hoy. Pero el hermano de Ordoño, que había heredado el reino de León, muere y aquel ocupa su lugar, con lo que los dos territorios se aglutinan de nuevo bajo un mismo cetro. Ordoño II establece su lugar de mando en la zona castellana.
El Reino de Galicia va ganando y perdiendo su independencia según la herencia correspondiente; incluso llega a repartirse en condados entre varias familias, desgajando el norte de Portugal. Mientras, los habitantes tienen que hacer frente a los ataques vikingos y normandos que agravan las ya complicadas condiciones de vida.
En el s. XI el primer arzobispo de Santiago de Compostela manda construir una catedral para guardar los supuestos restos del apóstol Santiago. El arzobispo promueve la peregrinación y también la obra Historia compostelana, una recopilación de documentos que dan cuenta del origen de la diócesis.
Ya en el s. XIII, Fernando III integra bajo la Corona de Castilla los reinos de León y Galicia. Aunque se merma su independencia, Galicia no pierde su denominación de reino ni su división en siete provincias: Santiago, A Coruña, Betanzos, Lugo, Mondoñedo, Ourense y Tui.
A Fernando le seguirá Alfonso X el Sabio, quien compondrá las Cantigas de Santa María, testimonio que acredita la lengua gallega como vehículo de creación literaria en las esferas más altas de la sociedad. A esta obra se le unen otros escritos que recogen la tradición oral de la lírica galaicoportuguesa y que han sobrevivido en manuscritos, como las cantigas de Martín Códax recogidas en el Pergamino Vindel.
A pesar de estos hitos, da comienzo una época de ostracismo para la región, debido a la centralización de la administración fuera del territorio y a la pérdida del gallego en las clases altas, pues los cargos de gobierno son ocupados por nobles castellanos.
En el s. XIV un nuevo conflicto de sucesión acercó los reinos de Galicia y Portugal, pues los gallegos preferían ser gobernados por Fernando de Portugal antes que por Enrique de Trastámara, quien había matado al rey Pedro I. Esto supuso la intromisión por primera vez de la casa de Trastámara. Fernando de Portugal llegó a alcanzar el poder, pero Enrique de Trastámara lo recuperó rápidamente. Aunque la familia tuvo que volver a cederlo por un breve periodo, el matrimonio entre Enrique III de Castilla, nieto de Enrique de Trastámara, y su prima Catalina de Lancáster puso paz en el conflicto sucesorio.