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La señora Bonnard va esparciendo el rumor de que la señorita Isabelle ha regresado a Beaufort y explica, además, que se vio envuelta en un lío amoroso bastante extravagante. Isabelle era una huérfana que el cura de la localidad acogió en su casa en calidad de criada. Ella trabajaba como lavandera y hacía otros pequeños recados para el párroco. Cuando se enamoró de Philippe de Latour, se escapó con él y se la relacionó con el robo de un medallón. Parece impropio de Isabelle, pero los cotilleos en un pueblo pequeño no perdonan a nadie. La señora Bonnard y su compinche, la señorita Lavoine, se encuentran a Isabelle en la notaría y esta les dice que ha comprado una propiedad alejada. Más adelante, la gente empieza a acostumbrarse a la presencia de Mijaíl, el criado de la señorita Isabelle, a pesar de ser un hombre bastante peculiar. Ella ni siquiera se acerca a los oficios religiosos.
Capítulo 2El grupo de las comadres decide hacer una visita a Isabelle en la mansión Grisard, así que cada una lleva un obsequio de bienvenida y se presentan sin avisar. Isabelle las recibe a regañadientes y las invita a pasar, pero pronto descubren que la joven vive austeramente, sin muebles ni oportunidad de dar asiento a cinco visitantes. Las mujeres, ofendidas, se retiran de la casa y regresan al pueblo, salvo Lavoine y Dubais, ya que la primera perdió un chal por los alrededores de la casa y se queda a buscarlo. Solo ellas dos escuchan un alarido terrorífico.
Capítulo 3Las señoras le cuentan al gendarme lo que han escuchado y le piden que vaya a investigar la mansión Grisard, pues tal vez Mijaíl hizo daño a su señora de alguna manera. Max accede a visitar a Isabelle y le explica lo que le han contado las señoras. Isabelle inventa una excusa bastante tontorrona: dice que a Mijaíl se le cayó una herramienta en el pie y que gritó. Max le resta importancia, pero se preocupa por su aspecto, que es muy poco saludable. Isabelle se define como una hija de la noche, más proclive a dormir por el día y vivir en la nocturnidad. Max se despide de ella y le pide que se cuide.
Este es un capítulo de gran acción. Por un lado, llega un nuevo forastero a Beaufort: un tal Danegham, un inglés. Mijaíl lo está esperando, pero se hace tarde y Max le pide que se vaya a cuidar de Isabelle, que él se encarga de esperar al invitado y conducirlo a la posada del pueblo en cuanto llegue.
Efectivamente, Philippe de Latour sigue vivo. Es un vampiro que se alimenta de sangre humana, pero Isabelle está haciendo un gran esfuerzo para revivir su parte humana. Danegham es un inglés aventurero y explorador que conoce a estas criaturas.
Isabelle y Philippe consiguen escapar en el caballo gracias a que Mijaíl se queda a luchar con los hombres que van detrás de ellos. Max también consigue calmar a la multitud que se ha desplazado hasta la casa, pero no puede impedir que quemen la vieja mansión Grisard.
Con el ataque del niño, el pueblo quiere una segunda batida y deciden buscar incluso dentro de las casas, ya que el murciélago habita en rincones oscuros y cualquiera podría albergarlo sin saberlo. Exploran el sótano de Isabelle sin encontrar nada en particular. Jerôme se promete, en cuanto consiga recuperarse, descubrir el misterio que ha dejado en la cama a su amigo.