• Asignatura: Historia
  • Autor: ClaraG1
  • hace 9 años

resumen de la historia de perseo

Respuestas

Respuesta dada por: alex402
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Perseo fue retado por polydectus a traer la cabeza de medusa que era una chica con serpientes en vez de cabello y si la mirabas a los ojos te hacías piedra entonces el llego a una isla donde Hermes y hemafrodita (algo asixd)le dio unas sandalias voladoras un escudo y un casco de invisibilidad

luego ellos lo envían a preguntarle donde está medusa a las 3 hermanas que tenían un sólo ojo y ellas le dicen donde encontrarla y luego el va pero la encuentra durmiendo entonces cuando el entra ella se despierta y el se esconde y luego usa el escudo como destello para cegar a medusa y va por detrás y la decapita.

cuando el vuelve encuentra que polydectus había hecho a su madre una esclava entonces el saca la cabeza de medusa y lo hace piedra a polydectus
Respuesta dada por: Andres74789507
2

Respuesta:

Perseo era hijo de Dánae, que a su vez era hija de un rey. Cuando Perseo era muy pequeño,

unos malvados lo metieron con su madre en un arca y los tiraron al mar. Sopló el viento

fuertemente y alejó el arca de la costa. Las olas la sacudieron como si fuera una cáscara de

nuez. Dánae abrazó a su hijito temiendo por momentos que una ola mayor que las demás los

sepultara para siempre en el fondo del océano. Pero el arca siguió navegando, y no se hundió ni

zozobró, hasta que, al llegar la noche, navegaba tan cerca de una isla que se enredó entre las

redes de un pescador y la sacaron con ellas a la costa. La isla se llamaba Serifo y en ella reinaba

el rey Polidectes, que era hermano del pescador que había recogido por casualidad en sus redes

a los pobres náufragos.

El muchacho fue a palacio y encontró al rey sentado en su trono.

—Perseo —dijo el rey Polidectes, sonriendo hipócritamente—, eres un buen mozo. Tú y tu

excelente madre habéis recibido muchos favores, tanto míos como de mi hermano el pescador,

y supongo que sentirás no poder devolver algunos de ellos.

—Con permiso de vuestra majestad —respondió Perseo—, con gusto arriesgaría mi vida por

lograrlo.

—Muy bien; entonces —prosiguió el rey, siempre con la sonrisa en los labios—, tengo una

aventura de poca monta que proponerte; y, como eres un joven valiente y emprendedor, estoy

seguro de que te alegrarás de tener tan buena ocasión de distinguirte. Debes saber, mi buen

Perseo, que estoy en tratos para casarme con la bella princesa Hipodamia y, es costumbre, en

ocasiones como esta, regalar a la novia algo elegante y extraño, que haya tenido que irse a

buscar muy lejos. Debo confesar que estaba bastante perplejo, sin saber dónde encontrar algo

capaz de agradar a princesa de gusto tan exquisito. Pero esta mañana me parece que he

encontrado precisamente lo que necesitaba.

—¿Y yo puedo ayudar a vuestra majestad a conseguirlo? —exclamó Perseo con vehemencia.

—Puedes, si eres tan valiente como yo me figuro —repuso el rey Polidectes con la mayor

astucia—. El regalo de boda que quiero ofrecer a la hermosa Hipodamia es la cabeza de la

gorgona Medusa, con sus cabellos de serpiente; y de ti depende el traerla, querido Perseo. Y,como estoy deseando terminar los tratos para mi casamiento con la princesa, cuanto antes

vayas en busca de la gorgona más me complacerás.

—Saldré mañana por la mañana —respondió Perseo.

—Te ruego que lo hagas así, valiente joven —aseguró el rey—. Y, al cortar la cabeza de la

gorgona, Perseo, ten cuidado de dar el golpe limpio para no estropearla. La traerás aquí lo

mejor conservada que sea posible, porque la princesa Hipodamia es muy delicada de gusto.

Perseo salió del palacio y, apenas había pasado la puerta, el rey Polidectes se echó a reír; le

divertía mucho, tan malvado era, que el pobre muchacho hubiese caído en la trampa. Pronto

corrió la noticia de que Perseo había decidido cortar la cabeza de Medusa con su cabellera de

serpientes. Todo el mundo se alegró al saberlo, pues casi todos los habitantes de la isla eran

tan malvados como el mismo rey, y se habrían alegrado muchísimo de que les sucediese algún

mal muy grande a Dánae y a su hijo. Al parecer, el único hombre bueno de aquella desdichada

isla de Serifo era el pescador. Cuando Perseo iba por la calle, las gentes le seña

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