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Cuando iniciamos este 2020, poco podíamos haber imaginado una situación como en la que ahora nos encontramos. Desafortunadamente, la realidad ha superado la ficción y la irrupción del COVID-19 nos ha sorprendido a todos.
En apenas unas semanas hemos visto como todo nuestro universo ha cambiado por completo. A nuestra preocupación por la salud, la propia y la de nuestros allegados, se suman las consecuencias que la enfermedad va a causar en el ámbito laboral, en el mundo de la empresa y en la economía.
Aparte de los trabajadores y trabajadoras de los sectores esenciales -a los que nunca les podremos agradecer suficientemente su esfuerzo-, durante el confinamiento derivado de la declaración del Estado de Alarma buena parte de la actividad del país se ha desarrollado gracias al teletrabajo. Una de las ventajas que se ha derivado de ello es que, en mayor o menor medida, hemos sabido adaptarnos a este nuevo entorno. Sin embargo, el contacto humano se echa en falta y tantas horas trabajando solos ante nuestro ordenador dan también para reflexionar sobre el presente y el futuro.