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Aunque no se conozca un origen exacto, las actuaciones de malabaristas en la Edad Media, con intervenciones instrumentales y vocales pueden prefigurar lo que sería un concierto. Pero tal parece que el concierto se había establecido en Italia a fines del siglo XVI, donde exponían diferentes tipos de instrumentales. Más tarde en el siglo XVII, los conciertos se extendieron hasta Lübeck, Alemania donde las veladas musicales continuaron hasta la década de 1620, extendiéndose de Alemania a Suiza. En Inglaterra ya existían numerosos conciertos a partir de 1640, organizados al principio en tabernas y habitaciones, donde se concretaban las sociedades musicales.
En el siglo XVIII el concierto se extiende a Francia. En París, la Real Academia de Música tenía el privilegio de limitar la posibilidad de conciertos públicos, pero nace el Concierto Espiritual y se convierte un gran éxito desde 1725. En la década de 1770, surgieron los conciertos calificados de semipúblicos: Concert de la Loge Olympique y Concert des Amateurs. Mientras tanto, comienza el desarrollo de los café-concert, sitios en que se podía comer y presenciar espectáculos musicales.
En las otras ciudades francesas como Grenoble, Nantes o Burdeos se celebraban conciertos, a menudo por academias o instituciones como la masonería. Estas compañías a su vez se congregaban a partir tanto de aficionados como de músicos profesionales. Los conciertos se hacen más regulares, apareciendo los conciertos "benéficos" y los "espirituales", primero en Francia y luego también en otras capitales europeas como Viena y Moscú.
El estallido de la Revolución Francesa tiene efectos contradictorios sobre los conciertos que conducen a la desaparición de algunas academias, aunque paralelamente se desarrollan los teatros, algunos de los cuales son de interés para los conciertos actuales, como el Feydeau de París.
En América, aún bajo dominio colonial europeo —Inglaterra y Francia en América del Norte, Portugal en Brasil, España sobre el resto—, el concierto se hace conocido en la medida de lo que sucede en las metrópolis.
Ya en el siglo XIX comienza una diversificación de conciertos: vocales e instrumentales, inclusive aquellos interpretados por un solo instrumentista. Con la creación de la orquesta moderna nace el concierto orquestal. Poco antes de 1850 aparece la Sociedad Filarmónica de Londres y el Musikfreunde Gesellschaft en Viena. En la segunda mitad del siglo, otros conjuntos musicales se crean con el deseo de hacer el espectáculo más accesible, tanto en lo musical como en lo económico, con la Orquesta Lamoureux y los Conciertos Colonne.
Este tipo de conciertos prospera incluso ya entrado el siglo XX. Si bien aquí el concierto en vivo se enfrenta a la competencia del disco y de la radio que muchas veces los transmitía, restándole espectadores, las orquestas continúan multiplicándose y el fenómeno se extiende a otros continentes, inclusive a países como China y Japón. Adquieren reconocimiento los cantantes y las giras de conciertos en sus respectivos países y por el extranjero.
Resurge la cadenza, que si bien se empezó a configurar en el Barroco, aquí se vuelve la característica distintiva del concierto. Generalmente se encuentra al final del primer o tercer movimiento, aunque en algunos casos también se puede encontrar en el segundo.
Luego de la Primera Guerra Mundial llega a Europa el jazz estadounidense y los conciertos de este género, como lo hace más tarde el rock, del mismo origen y que a su vez con el tiempo se hacen conocidos en todo el mundo. A partir de allí nacen los conciertos dedicados a diferentes estilos musicales, con espectáculos que van desde orquestas plenas de instrumentos a pantallas con luces y sonidos mezclados por un DJ.
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Como género musical se entiendo por concierto una composición para uno o varios instrumentos que actúan como solistas con acompañamiento orquestal. Su nombre proviene de la música italiana donde se le denominaba concerto per soli, del cual mediante su abreviación se llegó a la palabra concierto.
El género nació durante la época barroca. Su predecesor fue el concerto grosso, nacido a finales del Siglo XVII, una composición para orquesta en la cual un grupo mayoritario denominado tutti o ripieno intercambia material musical con un grupo de solistas llamado concertino.
En el Siglo XVIII Vivaldi estableció la estructura de diálogo entre solista y orquesta, consolidando el concierto para solista o concerto per soli. Tradicionalmente adoptó la forma de estar dividido en tres movimientos, el primero rápido, el segundo lento y el tercero rápido.
El primer movimiento adopta la forma sonata[1] con modificaciones para permitir el virtuosismo del solista. Esto se realiza en forma de cadencias, cadenza, fragmentos interpretados únicamente por el solista, que suelen encontrarse en la parte final del primer o último movimiento, antes de que terminen con un tutti.
La cadenza estaba realizada en forma de improvisación por el propio solista pero como dependía mucho del momento y calidad de su intérprete finalmente fueron escritas por el propio compositor o por algún importante solista y dejaron de ser improvisadas.
El segundo movimiento solía escribirse en forma de lied o canción, mientras que el tercero se realizaba en forma de rondó, siendo más ligero que el inicial. Como veremos en los capítulos descriptivos el género ha ido evolucionando a lo largo de su historia.
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