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Respuesta:
La realización regular y sistemática de una actividad física ha demostrado ser una práctica sumamente beneficiosa en prevención, desarrollo y rehabilitación de la salud, así como un medio para forjar el carácter, la disciplina, la toma de decisiones y el cumplimiento de las reglas, beneficiando el desenvolvimiento del practicante en todos los ámbitos de la vida cotidiana. La gran mayoría de las personas pueden beneficiarse de realizar actividad física de forma regular. Es frecuente que la gente pueda pensar que ya realiza ejercicio físico suficiente en su trabajo, en las tareas domésticas y que pueda pensar que ya es demasiado viejo para empezar. En la gran mayoría de los casos suele ser la pereza o las expectativas de fatiga que impiden que ni siquiera se llegue a intentar. Otras veces, la obesidad, la diabetes o alguna discapacidad física pueden ser las que desanimen. Evidencias de sus efectos beneficiosos para la salud:
Disminuye el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular en general y, en especial, por cardiopatía isquémica.
Previene y retrasa el desarrollo de hipertensión arterial y disminuye los valores de tensión arterial en hipertensos.
Mejora el valor de lípidos en sangre (reducción de triglicéridos y aumento del colesterol HDL, ‘el bueno’).
Mejora la regulación de la glucemia y disminuye el riesgo de padecer diabetes no insulinodependiente
Mejora la digestión y el tránsito intestinal.
Disminuye la posibilidad de sufrir ciertos tipos de cáncer (colon,…).
Ayuda a mantener y mejorar la fuerza y resistencia muscular, incrementando la capacidad funcional para realizar otras actividades físicas de la vida diaria. Por último, todos estos beneficios tienen repercusión sobre la reducción del gasto sanitario (las administraciones y estamentos públicos y privados promueven el ejercicio físico).
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