• Asignatura: Biología
  • Autor: pachecomagda21
  • hace 3 años

cuantos personajes ahí en la historia del rey schahriar y su hermano el rey schahzaman​

Respuestas

Respuesta dada por: martinezdiana1010
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Respuesta:Cuéntase—pero Alah es más sabio, más prudente, más poderoso y más benéfico—que en lo que transcurrió en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo un rey entre los reyes de Sassan, en las islas de la India y de la China[1]. Era dueño de ejércitos y señor de auxiliares, de servidores y de un séquito numeroso. Tenía dos hijos, y ambos eran heroicos jinetes, pero el mayor valía más aún que el menor. El mayor reinó en los países, gobernó con justicia entre los hombres, y por eso le querían los habitantes del país y del reino. Llamábase el rey Schahriar[2]. Su hermano, llamado Schahzaman[3], era el rey de Samarcanda Al-Ajam.

Siguiendo las cosas el mismo curso, residieron cada uno en su país, y gobernaron con justicia á sus ovejas durante veinte años. Y llegaron ambos hasta el límite del desarrollo y el florecimiento.

No dejaron de ser así, hasta que el mayor sintió vehementes deseos de ver á su hermano. Entonces ordenó á su visir que partiese y volviese con él. El visir contestó: «Escucho y obedezco.»

Partió, pues, y llegó felizmente por la gracia de Alah; entró en casa de Schahzaman, le transmitió la paz[4], le dijo que el rey Schahriar deseaba ardientemente verle, y que el objeto de su viaje era invitarle á visitar á su hermano. El rey Schahzaman contestó: «Escucho y obedezco.» Dispuso los preparativos de la partida, mandando sacar las tiendas, sus camellos y sus mulos, y que saliesen sus servidores y sus auxiliares. Nombró á su visir gobernador del reino, y salió en demanda de las comarcas de su hermano.

Pero á medianoche recordó una cosa que había olvidado; volvió á su palacio apresuradamente, y encontró á su esposa tendida en el lecho abrazada con un negro, esclavo entre los esclavos. Al ver tal cosa, el mundo se oscureció ante sus ojos. Y se dijo: «Si ha sobrevenido tal aventura cuando apenas acabo de dejar la ciudad, ¿cuál sería la conducta de esta libertina si me ausentase algún tiempo para estar con mi hermano?» Desenvainó inmediatamente el alfanje, y acometiendo á ambos, les dejó muertos sobre los tapices del lecho. Volvió á salir, sin perder una hora ni un instante, y ordenó la marcha de la comitiva. Y viajó de noche, hasta avistar la ciudad de su hermano.

Entonces éste se alegró de su proximidad, salió á su encuentro, y al recibirlo, le deseó la paz. Se regocijó hasta los mayores límites del contento, mandó adornar en honor suyo la ciudad, y se puso á hablarle lleno de efusión. Pero el rey Schahzaman recordaba la aventura de su esposa, y una nube de tristeza le velaba la faz. Su tez se había puesto pálida y su cuerpo se había debilitado. Al verle de tal modo, el rey Schahriar creyó en su alma que aquello se debía á haberse alejado de su reino y de su país, y lo dejaba estar sin preguntarle nada. Al fin, un día, le dijo: «Hermano, tu cuerpo enflaquece y tu cara amarillea.» Y el otro respondió: «¡Ay, hermano, tengo en mi interior como una llaga en carne viva!» Pero no le reveló lo que le había ocurrido con su esposa. El rey Schahriar le dijo: «Quisiera que me acompañases á cazar á pie y á caballo, pues así tal vez se esparciera tu espíritu.» El rey Schahzaman no quiso aceptar, y su hermano se fué solo á la cacería.

Había en el palacio unas ventanas que daban al jardín, y habiéndose asomado á una de ellas el rey Schahzaman, vió cómo se abría una puerta para dar salida á veinte esclavas y veinte esclavos, entre los cuales avanzaba la mujer del rey Schahriar en todo el esplendor de su belleza. Llegados á un estanque, se desnudaron y se mezclaron todos. Y súbitamente la mujer del rey gritó: «¡Oh Massaud!» Y en seguida acudió hacia ella un robusto esclavo negro, que la abrazó. Ella se abrazó también á él, y entonces el negro la echó al suelo, boca arriba, y la gozó. A tal señal, todos los demás esclavos hicieron lo mismo con las mujeres. Y así siguieron largo tiempo, sin acabar con sus besos, abrazos, copulaciones y cosas semejantes hasta cerca del amanecer.

Al ver aquello, pensó el hermano del rey: «¡Por Alah! Más ligera es mi calamidad que esta otra.» Inmediatamente, dejando que se desvaneciese su aflicción, se dijo: «¡En verdad, esto es más enorme que cuanto me ocurrió á mí!» Y desde aquel momento volvió á comer y beber cuanto pudo.

Explicación:

ME DAS CORONITA SIII PLISSSSS:);)

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