actividad que permite amasar grandes fortunas en la nueva España mediante el intercambio de producto
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La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México fue un Sagrario construido en el siglo XVIII, siglo durante el que se vivió el gran apogeo de la Consolidación de Nueva España. La Iglesia en esos momentos era un gobierno autónomo que poseía poderes para cambiar las cosas, pues en esos tiempos, la decisión de la Iglesia era inapelable.](no se discutía con la iglesia)
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Retrato de Sor Juana Inés de la Cruz. Sor Juana fue una de las más grandes reformistas del florecimiento de la cultura en Nueva España en el siglo XVII. Escribió grandes obras y fue plenamente conocida durante esa etapa.
Se conoce como Consolidación de Nueva España al período en el cual la Nueva España alcanzó su madurez y se consolidó como la principal posesión colonial de España;[1] logrando, incluso, un gobierno autónomo y una independencia total de su país compatriota.[1] Sin embargo, durante este período, España comenzó a perder su gran poder hegemónico como potencia mundial, debido a la decaída de su poderío naval, económico y político.[2] Dicha decaída, ocurrida en la segunda mitad del siglo XVII, fue propiciada por el puje de Inglaterra, Holanda y Francia en estos últimos aspectos.[2] A partir de 1665, la flota inglesa se apoderó de puntos estratégicos en el Mar Caribe (como Jamaica y Belice) y se estableció temporalmente en las costas de Tabasco, amenazando al Imperio español.[2] Mientras el poderío español se debilitaba, la Nueva España alcanzaba su madurez y, en la mitad del siglo XVII, se había consolidado ya como la principal posesión colonial de España; logrando una cierta autonomía política y económica respecto a su metrópoli.[1] Siendo así, los criollos novohispanos comenzaron a ocupar cargos administrativos y eclesiásticos de importancia —aunque rara vez los más altos—, lo que los llevó a adquirir un importante poderío económico en el comercio, la minería y las haciendas.[3] Por otro lado, las corporaciones civiles y eclesiásticas más importantes del virreinato, como la audiencia, los cabildos, el Consulado de Comerciantes de la Ciudad de México, la universidad, las órdenes religiosas, los pueblos indios y algunos gremios, afianzaron su preponderancia.[4]
Durante el proceso de consolidación de Nueva España, destacó también un florecimiento cultural que marcó una etapa de apogeo.[2] A lo largo de ese siglo destacaron grandes pensadores, literatos y científicos de la talla de Bernardo de Balbuena (1568-1627), Juan Ruiz de Alarcón (1580-1639), Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) y Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700).[2] En gran medida la cultura alcanzó la cumbre gracias al arraigo y prestigio que habían logrado los diversos colegios administrados por las órdenes religiosas, en especial la de los jesuitas, y a la importancia académica que había alcanzado la universidad.