redacta un texto o historia para una futura social en paz o una civilización de amor
por favor es para hoy
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Se enseña, y puede observarse, que lo primero en la intención es lo último en la ejecución. Lo primero es desear algo, querer alcanzarlo, después se plantea cómo alcanzarlo, cuál es el camino para llegar a la meta. En ese primer momento no se necesita tener una idea perfecta del fin, pero sí al menos de lo básico y fundamental del mismo. Una vez vislumbrado el fin se inicia un proceso que acaba en el momento en que el fin se consigue. Los fines, a su vez, suelen estar conectados y estar unos en función de otros, aunque, naturalmente se necesita un fin último que da razón de todos. En el tiempo existen también fines que, una vez alcanzados, requieren ser conservados y renovados. Podemos preguntarnos cuál es el fin que persigue la Iglesia al abordar los temas sociales. En el "Compendio de la doctrina social" se indica que "La finalidad inmediata de la doctrina social es la de proponer los principios y valores que pueden afianzar una sociedad digna del hombre". Esto nos hace ver dos fines conectados uno con el otro. El primer fin es "proponer principios", lo que, a su vez, debe servir para alcanzar otra finalidad, que es la de una "sociedad digna del hombre". Por lo anterior se ve que se considera que gracias al conocimiento y asimilación de los principios y los valores los seres humanos seamos capaces de actuar conforme a ellos y así lograr el establecimiento de una sociedad digna del hombre. Tenemos así tres pasos: el de la propuesta de los principios y valores, el de la acción según tales principios y el de la consecución del fin. Los principios y valores de los que se habla son la solidaridad, la subsidiaridad, la participación, la libertad, la justicia, etc. Ahora bien, uno de ellos es el principal, en cuanto que de algún modo comprende a los demás. Se trata de la solidaridad, que "constituye uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización social y política". Puede decirse que a través de la solidaridad se puede construir una mejor sociedad. Desde el punto de vista cristiano la caridad ilumina el principio de solidaridad y lo potencia. La solidaridad, que naturalmente une a los hombres, se refuerza por el amor a Dios y al prójimo, que es lo que Cristo ha enseñado. De este modo podemos concluir que la sociedad digna del hombre a la que hay que tender es, pues, la civilización del amor. En ella la base de las relaciones es la solidaridad de sus miembros, abierta a las posibilidades trascendentes que ofrece la caridad
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