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Respuesta: del griego: θέατρον, theátron «lugar para contemplar»),1 o más específicamente, Teatro de la Antigua Grecia, es la cultura teatral que floreció en la antigua Grecia entre 550 a.C. y 220 a.C., época en que las polis griegas comenzaron a caer bajo dominio romano.
Todos los grandes teatros se encuentran al aire libre. Así pues, el desarrollo del espectáculo se daba en un espacio al aire libre llamado orchestra, en el que se ejecutaban una gran variedad de espectáculos artísticos (danzas, recitados y piezas musicales), así como eventos cívicos y religiosos. Fue a través del teatro griego que se presentaron, por primera vez, los géneros teatrales (drama, comedia y tragedia), inspirados, principalmente, en aspectos de la sociedad, como las guerras entre las polis, las guerras médicas, o el conjunto de creencias sobre la mitología griega y los dioses olímpicos.
Las construcciones se llevaban a cabo sobre superficies planas y con estructuras que permitiesen la acústica (en griego, ακουστικό, acusticó), que, a diferencia de los teatros actuales, permitían una visualización de más de 170°. Dicha disposición acústica y visual permitían la representación de cantos corales mixtos, es decir, interpretaciones musicales, una de cuyas variedades, el ditirambo, fue el progenitor de la tragedia ática.Atenas: una nueva experiencia política
La democracia y el teatro fueron consustanciales con la ciudad de Atenas y, en tal sentido, consta que este último ejerció un papel de verdadero laboratorio político para los ciudadanos de las polis durante el siglo V antes de Cristo. Es verdad que desde la perspectiva moderna la democracia ateniense puede parecer imperfecta e inmadura, y que por otra parte los propios griegos no elaboraron ningún tratado ni manual de teoría política, a pesar de lo que encontramos en Heródoto, en la Constitución de Atenas del Viejo Oligarca o en la Política de Aristóteles (esta última, por cierto, un estudio a posteriori). Pero paradójicamente y aun con sus limitaciones, la antigua democracia ateniense no habría considerado "democrática" a ninguna de nuestras democracias modernas. En tanto que "gobierno del pueblo", la democracia ateniense no aceptaría que decenas de millones de ciudadanos elijan a solo unos pocos representantes y deleguen en ellos las mayores decisiones políticas. Para los griegos, la auténtica forma de gobierno era una democracia directa y no representativa, en la que cada ciudadano (bien es verdad que excluidas las mujeres) participaba directamente en la toma de decisiones en la Asamblea, o se constituían en miembros de un jurado popular o actuaban incluso como presidentes del "consejo de ministros". Al teatro de la antigua Grecia tenía la capacidad para 650 mil personas.
Fue el tirano Pisístrato (543 a. C.), cuando la palabra tirano aún no estaba tintada de las connotaciones negativas que para nosotros tiene, quien instituyó los primeros certámenes dramáticos buscando en cierta manera atraerse el favor del pueblo ateniense. Tras las primeras tentativas a cargo de Solón y Clístenes (c. 500 a. C.), fue perspicacia del estadista Pericles (en pleno Siglo de Oro ateniense) llegar al convencimiento de que el ciudadano de Atenas podía ser educado políticamente mediante el teatro, y fue él precisamente quien ilusionó al pueblo con los ideales de coparticipación en la toma de decisiones y la correponsabilidad en las mismas, esto es, con los conceptos de "igualdad ante la ley" (isonomía) y de "libertad de expresión" (parresía, isegoria). Así, frente a los antiguos ideales aristocráticos de un poeta como Píndaro, que ensalzaban los triunfos de las clases nobles y adineradas, en el teatro se naturaliza el nuevo régimen democrático. Los integrantes del coro dramático son ciudadanos corrientes de Atenas, que reciben un módico salario por participar en los concursos que se celebran como parte de unos festivales igualmente populares. De otro lado, durante las representaciones de las tragedias la ciudad de Atenas se convertía en un auténtico escaparate para el resto del mundo, ya que a ella acudían vecinos de la región del Ática y del resto de las ciudades estado de toda Grecia. En ocasiones el poeta, de acuerdo con los dirigentes políticos y para halagar a los ciudadanos, traslada el escenario de la acción a la ciudad de Atenas. Por ejemplo, las dos primeras piezas de la trilogía de Esquilo, Agamenón y Las Coéforos, se desarrollan convencionalmente en Argos, en un pasado alejado y en relación con aspectos más primitivos del mito; en cambio la tercera pieza, Las euménides, representa un decorado ateniense, ante unos espectadores atenienses y en defensa de una institución ateniense tan noble como son los nuevos y más humanos tribunales de justicia.
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