• Asignatura: Castellano
  • Autor: geraldlunaaliaga
  • hace 3 años

ZAOPATITOS NUEVOS Como si fuera una avecilla que tiene las
alas heridas, me acurruqué en el regazo de
mamá para sentir la luz de su corazón
poblado de estrellas y un día me habló.
¡Hijo, mañana te compraré zapatos
nuevos, se me llena el alma de lágrimas al
ver los que tienes! Me acarició y creía estar
rodeado de cantos interminables.
Cuando me los puse, el olorcito a cuero nuevo y el color marrón brillante, endulzaron mis primeras
tristezas y salí a exhibirlos, desperdigando alegrías; luego, con dos amiguitos, fuimos a bañarnos
en la acequía que corría cerca del pueblo. Con amoroso cuidado los coloqué sobre unos palos y
nos metimos al agua para darnos un refrescante chapuzón.
Después de que salimos, los busqué y, al no hallarlos, muchas lágrimas empañaron mis ojos y
recordé a mi mamá juntando dinero semana tras semana para comprármelos. Con las primeras
estrellas que vibraron misteriosamente en el crepúsculo, temeroso llegué a casa. Ella, mi pobre
madre, me juntó a su pecho, miró con gran tristeza mis pies descalzos y un profundo suspiró rasgó
sus penas. No dormí en toda la noche, pero con el primer dardo de alba, caminé hasta la acequia
y la recorrí cuesta abajo buscándolos. Cada hojarasca sobre la arena dibujaba en mis retinas el
color marrón de mis zapatos, corría alegre y no era más que la ilusión jugando con mis ansias; de
pronto, observé entre unas florecillas a una ranita que saltaba en un mismo lugar, grupos de
mariposas revoloteaban alrededor, al acercarme, me di cuenta de que estaba enredada en los
pasadores de mi perdido calzado, con inmensa alegría la salvé del aprieto, suelta la ranita, croaba
su libertad y a saltos fue a esconderse debajo de una hoja grande. Luego me ocupé de sacar los
zapatos y cuando los tuve en mis manos, como si fueran personitas los acariciaba, un canto de
ilusiones me sacudió el cuerpo entero. Mi madre, al verme con ellos, me cargó dándome besos
con su ternura inmensa, y yo, el niño que soñaba bajando estrellas para que el mundo se haga
bueno, le dije: ¡Mamita, quisiera ser grande, colocar una escalera bien larga, hasta alcanzar el
cielo, para bajarme el lucero más brillante y ponerlo junto a tu corazón hermoso para que nunca
se apague! Me volvió a besar y me quedé dormido en sus brazos.


geraldlunaaliaga: E AQUI UN CUENTO

Respuestas

Respuesta dada por: ferchisherrera05
0

Respuesta:

awwww

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