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El presente trabajo pretende llamar la atención sobre algunas consideraciones de orden teórico e histórico-filosófico que debemos tener en cuenta cuando emprendemos la tarea de explicar y comprender las formas que históricamente han adoptado las relaciones culturales entre Europa y América Latina. Con ese fin, se considera pertinente incluir y articular crítica y reflexivamente en nuestras investigaciones históricas e histórico-filosóficas tres consideraciones imprescindibles: a) el hecho de que nuestras naciones son resultado de un largo proceso de conquista y colonización europea; b) que dicho proceso fue programado y ejecutado bajo las determinantes económicas, jurídicas y políticas del modo de producción capitalista y de su máxima expresión cultural: la Modernidad; y c) que a pesar de ello han existido, desde siempre, discursos opositores o de emancipación que tensan críticamente aquellas relaciones culturales que nos permiten pensar una contrapropuesta cultural a la impuesta por un mundo occidental y, más allá, en la necesidad y la posibilidad de construir un proyecto civilizatorio propio.
El encuentro europeo con las nuevas especies y espacios americanos en el siglo XVI, complejiza ese universo de percepciones de superioridad occidental frente a mundos que se consideraban más exóticos y menos civilizados. Las descripciones europeas de la naturaleza americana, las primeras imágenes de sus productos alimenticios y especies autóctonas pintadas con los colores del paraíso, el exotismo y la belleza, la fertilidad y la abundancia, ayudarán a conformar una imagen positiva del continente americano. A pesar del original desprecio o indiferencia frente a ciertos alimentos indígenas, con el tiempo estas percepciones cambiarán al convertirse muchos de ellos en salvavidas de las hambrunas mundiales e ingredientes fundamentales de las gastronomías nacionales.