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Las reacciones adversas a los alimentos, alergias e intolerancias constituyen un problema de salud emergente que se sitúa aproximadamente entre el 1 y el 3% de la población adulta y un 4-6% de la población infantil. Puede repercutir en situaciones graves si por desconocimiento, se ingieren estas sustancias a las que se es alérgico o intolerante.
La manera más eficaz de no exponerse a riesgos es evitar el consumo de los productos que contengan dichos alimentos. Por esta razón, un correcto etiquetado debe reflejar, según la legislación alimentaria de la Unión Europea, la presencia de determinados ingredientes susceptibles de causar reacciones adversas en nuestro organismo.
Las empresas de alimentación tienen la obligación de realizar una mención clara de la presencia de sustancias causantes de alergias e intolerancias alimentarias. En concreto, se contempla en el Reglamento 1169/2011 (anexo II), que recoge las sustancias que obligatoriamente deben declararse, así como las excepciones previstas. Toda esta información debe publicarse en la etiqueta del producto. Si quieres saber más: Lo que debes saber sobre alimentos sin alérgenos.
Pese a la existencia de este etiquetado debemos tener en cuenta que la industria alimentaria emplea el denominado “etiquetado precautorio” para informar sobre la potencial presencia de ingredientes o trazas susceptibles de contener alérgenos como verdura, fruta o legumbres.
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