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CAPITULO IV. El hombro de Athos, el tahalíde Porthos y el pañuelo de Aramis D'Artagnan corrìa furiosamente tras el ladròn que robo su carta pero en el camino se le atravesaron tres contratiempos; el primero fue con Athos que por ir tan rápido golpeò fuertemente y sin querer en el hombro; Athos entonces sintiéndose bastante adolorido ya que era allì donde le acababan de curar una herida lo reto y lo cito a las doce Junto a los Carmelitas Descalzos; luego al salir del palacio se por la velocidad con que corrìa se enredó en el tan apreciado tahalí de Porthos quien se sintió ofendido al quedar descubierto por D'Artagnan cuando este ve que su preciado tahalí no es lo que parece ya que solo esta cubierto de oro por encima y por debajo no es más que de bufalo y con gran ingenio se lo deja ver entre sarcasmos, Porthos entonces lo cita a duelo a la una detràs del Luxemburgo; el joven sigue corriendo por la calle y solo después de un rato se da cuenta que ya ha perdido a aquel desconocido ya tranquilo entonces se sienta a analizar la aventuras que aùn siendo tan solo las 11 del dìa había protagonizado y a lo que màs trade se enfrentarìa con Athos y Porthos por tener la cabeza caliente, mientras pensaba diviso a Aramis junto a tres guardias conversando y pensó en reparar el error que había cometido antes con Athos y Porthos y decidió esta vez ser màs amable los saludo entonces cordialmente pero pronto recibió la desaprobación de Aramis quien se sintió avergonzado porque recordó que frente a este su capitán le había reprendido,
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espero te ayude
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Cuando D'Artagnan sale corriendo para atrapar al hombre de Meung, choca con fuerza en el hombro de alguien. Se disculpa brevemente y sigue corriendo, pero el hombre lo agarra y le grita por ser tan descuidado. D'Artagnan levanta la vista y reconoce al hombre como Athos, el mosquetero herido. Aunque D'Artagnan intenta disculparse, Athos está demasiado molesto para perdonar. Sugiere un duelo al mediodía, y D'Artagnan está demasiado orgulloso para negarse. Después de aceptar, corre hacia adelante, todavía con la esperanza de atrapar al hombre de Meung.
A las puertas de la residencia de Monsieur de Tréville, D'Artagnan intenta pasar corriendo junto a un par de mosqueteros, incluido Porthos, el hombre de la hermosa capa dorada. Se levanta viento y D'Artagnan se enreda accidentalmente en la capa. Mientras trata de liberarse, se da cuenta de que en realidad no todo es oro; de hecho, es bastante barato por dentro. Él y Porthos intercambian algunos insultos groseros, y lo siguiente que sabe D'Artagnan es que tiene preparado un segundo duelo para la una.
Ya no hay ningún rastro del hombre de Meung en las calles, por lo que D'Artagnan tiene mucho tiempo para pensar en todo lo que ha sucedido en los últimos minutos. Se reprende a sí mismo por huir de Monsieur de Tréville tan abruptamente y por ofender a dos mosqueteros. Es una mala situación, en parte porque los mosqueteros son la gente que más admira d'Artagnan, y en parte porque son conocidos por ser excelentes luchadores. Lamentablemente, d'Artagnan decide afrontar sus dos duelos con la mayor valentía posible
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