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las personas no somos iguales. Biológicamente compartimos algunos procesos comunes, sin embargo, en la mayoría de los casos, lo que impera es la diferencia en relación con las otras personas; dicho más claramente, compartimos la necesidades biológicas pero no todos tenemos las mismas necesidades.
Individualmente, uno por uno, todos los seres humanos somos distintos. Hay gente más gorda y más flaca que otra, hay personas más inteligentes que otras, hay características de pelo, ojos, orejas, boca, dientes, en fin, somos diferentes. Ante esta realidad no hay mucho que hacer, ahora existen operaciones estéticas para los que quieren acercarse a ciertos estereotipos estéticos, pero la mayoría de las personas cargamos con nuestras características estéticas y biológicas.
No obstante, hay otras desigualdades que son producto de la forma en cómo el ser humano ha organizado la sociedad, es decir, a diferencia de las desigualdades biológicas y estéticas, en este caso la desigualdad es una construcción social. No es lo mismo nacer como hijo de una persona que no tiene dónde caer muerto, a nacer como hijo de una persona que tiene un trabajo que le permite satisfacer las necesidades básicas de su hijo; no es lo mismo nacer en una familia de empresarios que obtienen altos dividendos todos los años, a nacer en una familia que debe procurar su sustento día a día.
Nos guste o no, desde el nacimiento se establece una diferencia en relación con las posibilidades que tiene un niño o niña de cara al futuro. En un caso puede ser que los veamos a temprana edad vendiendo cosas en cualquier intersección de las carreteras nacionales; en otro caso, probablemente, veamos a primogénitos sobreprotegidos e inundados de juguetes que fácilmente son tirados por aburrimiento.