• Asignatura: Castellano
  • Autor: manistephen
  • hace 3 años

Tiempo verbal de este texto Planteamiento {Empezó a ahorrar dinero para el viaje mucho antes de que le creciera el bozo y su madre le cambiara los calzones de niño por unos nuevos, de pernera baja. Muy pronto abandonó los juegos de los otros chicos y se puso a trabajar como un negro en las fincas ajenas para juntar la plata del viaje. Labraba cercados enteros de sol a sol, conducía al pasto de verano el ganado de los patrones ricos y bajaba a la ciudad cada semana con el viejo mulo tordo cargado hasta los topes con la cosecha del tiempo. Vivía como una bestia, con el hocico hincado en tierra y el olor a polvo rancio y estiércol de cabra metido en la sangre. Durante meses apenas hubo descansos para él}. Nudo {Quizá alguna romería de pueblo o la fiesta grande de la virgen morena, que solía correr de paso cuando bajaba al mercado a vender sus cosas. Pero nunca se entretuvo demasiado. Trabajó sin parar día y noche, buscando quehaceres hasta en los ratos de ocio, y cuando al fin, después de tanto sacrificio, logró reunir las monedas para el billete, agarró su pantalón largo, la camisa blanca de los domingos y el sombrero de pajilla, y se dirigió a la ciudad a comprar, con la solemnidad de los grandes acontecimientos, su anhelado pasaporte hacia la gloria.
Cuando salió de las oficinas de la compañía transatlántica llevaba entre las manos la primera piedra de un sueño inexcusable. Después de tanta espera, de tanta resignación acumulada, tenía prisa por conquistar su reino. No le preocupaba la precipitación del viaje. Ni siquiera le importaba la incomodidad de la travesía en cubierta durante semanas, la insalubre aglomeración de gente en tan reducido espacio o los temibles cambios repentinos de la mar en

invierno. Quería irse pronto y lo haría cuanto antes, en el primer barco que zarpara del puerto, en el plazo de un mes, rumbo a su eldorado.}
Desenlace {Sus padres se enteraron de la noticia esa misma tarde a la hora del almuerzo, cuando lo sintieron entrar en la casa como un relámpago, depositar sobre la mesa de la cocina el pasaje de tercera con destino a La Habana y sentenciar en tono grave: «Me marcho a América, madre. Voy a pasar el gran charco»}. (...)
Ricardo Hernández Bravo, Siete cuentos, Ediciones La Palma, Madrid,1997, pp. 45-46.

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Respuesta dada por: RAMSES99
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Hermosa historia, me encanta el esfuerzo que muchas personas dan todos los días siempre con una meta en mente, disciplina y perseverancia.

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