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Desde los primeros días los niños empiezan a tener experiencias nuevas de posturas y movimientos que proporcionan sensaciones, como el conocimiento de su propio cuerpo y su relación con el entorno que le rodea. Esta base es fundamental para el desarrollo del movimiento voluntario, los procesos cognitivos, el juego, la visión y la audición.
En los niños/as con Síndrome de Down, sabemos que existe más variabilidad a la hora de adquirir las etapas de desarrollo. Podemos afirmar que los niños y niñas con síndrome de Down serán capaces de andar, gatear, etc. pero el orden de adquisición es más flexible y no nos debe preocupar tanto dicho orden si no que los movimientos y posturas que aprendan sean útiles y correctos.
Es en esta etapa del desarrollo cuando los niños comienzan a trabajar también en el área perceptivo cognitiva con los/as psicólogos.
Sabemos que los niños con SD adquieren un control del movimiento voluntario más tardío, por ello debemos hacer hincapié durante los primeros meses de vida en realizar cambios posturales, intentar que el niño esté tanto boca abajo como boca arriba y de lado, pues de esta manera favoreceremos la buena modelación del cráneo y de las caderas, previniendo la aparición de complicaciones ortopédicas. Si bien es cierto que la posición de boca abajo es una postura que los bebés con SD no suele tolerar fácilmente (debido a las complicaciones respiratorias, los problemas cardiacos...), esta posición tiene mucha importancia en el desarrollo motor del niño/a, pues ayuda a conseguir un mejor tono de los músculos que extienden la cabeza y el tronco, permitiendo así la adquisición de los hitos motores ya mencionados anteriormente, con mayor rapidez.
La interrelación entre la sedestación, la posición de prono y de cuatro patas es importante para aumentar la agilidad