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Una de las épocas más rocambolescas – por decirlo de una forma – o más trágicas – si se le quiere dar un tinte dramático – de nuestra historia, tal vez haya sido la vivida entre los años 1904 y 1912 del siglo pasado.
Vayamos a los antecedentes; en el año 1904 luego de una revolución que duró casi cuatro meses, en donde se produjeron aparte de acciones de todo conflicto armado, anécdotas curiosas como las deserciones en filas republicanas donde entre el muestrario de desertores figuró nada más y nada menos que el propio vicepresidente de la república, el siempre “ubicuo” doctor Manuel Domínguez quien se presentó voluntaria y sorpresivamente en el campamento revolucionario, poniéndose a disposición de los mismos renunciando al propio cargo.
Luego sería compensado recién en 1911, durante la presidencia de Albino Jara con una cartera ministerial. Brillante hombre de letras, pero en extremo errático y acomodaticio en su accionar político el autor de “El Alma de la Raza” y otros clásicos de la literatura nacional.