¿En qué momento nos damos cuenta de que Git, Nuí y Mut no son seres humanos?​

Respuestas

Respuesta dada por: peterjaviersuarez200
7

Respuesta:

El Cosmonauta

por Ángel Arango

Ella dio saltos de alegría sobre el polvo azul. -Acércate -dijo Git.

Nuí avanzó con sus pinzas y se las enseñó a Git. Un tentáculo de Git rodó echando humo hacia Nuí. -¡Córtalo! ¡Córtalo! -suplicó Git. Nuí lo mordió en tres partes: ¡choc! ¡choc! ¡choc! Se comió una. Git se comió otra.

La tercera escapó corriendo sobre el polvo azul y dio un hijo. Nuí agarró al otro hijo de Git por un tentáculo y le cortó la mitad.

-Más, más… -pidió él.

Pero Nuí estaba detrás del pedazo que había cortado; se le fue entre el polvo.

Nuí se dio golpecitos en el carapacho con las pinzas y lanzó un chorro amarillo encima de Git.

Mut era un testigo mudo de los juegos de Git y Nuí.

La nave había sido desviada de su ruta por la interferencia de una corriente de partículas meteóricas y el hombre se vio obligado a aproximarla al planeta para evitar un choque fatal. Luego la fuerza de gravedad la atrajo y fue descendiendo en zigzag, utilizando el motor de freno como compensación.

-Así podré revisar los instrumentos y esperar a que termine el flujo meteórico… -se dijo el cosmonauta.

Primero la nave era un punto negro en el cielo. Acercóse a la superficie como una partícula estelar, creciendo hasta tomar su forma definitiva sobre el polvo azul, que se apartó inmediatamente dejando lugar al oxígeno que respiraba la nave para protegerse, y que pronto vino a formar una mancha roja debajo de ella.

Git, Nuí, Mut y los demás nunca habían visto un meteorito tan extraño: más brillante que los otros, menos caliente, más simétrico. Git se extendió sobre la nave. Su ojo blanco temblaba y las múltiples esferas cerebrales de sus tentáculos se humedecieron. El sudor de los pequeños cerebros a lo largo de sus tentáculos corría por el cristal de las ventanillas.

-¡Muérdeme! -suplicó a Nuí, y ella, ¡choc!, le cortó otro trozo de tentáculo, que dio un hijo más.

Como ocurría cada vez que caían meteoritos, su instinto de reproducción era exaltado y el proceso de cortar tentáculos se multiplicaba.

Nuí mordía los tentáculos de Git con las pinzas y los pequeños pedazos se iban rodando y crecían con rapidez. Mut se extendió longitudinalmente sobre el estimulante polvo azul; alargándose, avanzó sobre la nave y formó varios anillos en su rededor. Luego se subdividió y cada anillo fue a su vez tendiéndose a lo largo sobre el polvo azul y subdividiéndose.

Movido por la necesidad de establecer contacto y por la confianza en sí mismo, el cosmonauta apareció en la puerta de la nave, contemplando a los curiosos pobladores del polvo azul. Solo en su traje ancho, la cabeza dentro del casco de cristal que emitía chispas por las antenas frente a sus ojos, descendió por la escalera y se adelantó hacia la multitud. Los otros quedaron sorprendidos ante aquel ser que salía de un meteorito y caminaba sobre dos tentáculos, moviendo otros dos en el aire.

Mut preguntó:

-¿De dónde vendrá? Nunca habíamos visto a nadie en un meteorito.

-Extraño, extraño -comentó Nuí, e hizo ¡choc! ¡choc! en el aire con sus pinzas.

La osadía del hombre creció al verse como un rey, delante de todos aquellos personajes que permanecían inmóviles, analizándolo a través de sus múltiples tentáculos llenos de esferas cerebrales; miles de ojos pensantes sobre el hombre, escrutándolo, penetrándolo, tomando su imagen y movimientos, apoderándose de sus formas.

Entró en el polvo azul. Los demás vieron cómo se movía cómodamente sobre sus pies, mirándolo todo y lanzando constantes chispas entre ceja y ceja.

-Háblale -sugirió Mut-. Dile cualquier cosa.

-¿Quién eres? -preguntó Git.

El cosmonauta no recibió nada. Su casco de cristal continuaba despidiendo chispas entre ceja y ceja. Pero tuvo una cierta intuición de que querían entablar un diálogo. Lo mejor que pudo hacer fue lanzar más chispas, esta vez azules.

Git, Nuí, Mut, y los demás entendieron que eran un símbolo de paz.

-Sus palabras son azules como nuestro polvo -dijo Mut-. Quiere decirnos algo…

-¿Por qué será tan pequeño? -preguntó Nuí.

Git señaló:

-Tiene dos cerebros gemelos que le brillan. Los abre y los cierra; miren bien. Y por encima de los cerebros nos habla con palabras de luz azul.

Preguntas similares