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El judaísmo y el cristianismo son dos religiones abrahámicas monoteístas, con varios puntos en común y también con marcadas diferencias, tanto en la teología como en la práctica.[1]
Giovanni Bellini representa la Circuncisión de Cristo desde el respeto hacia esa milenaria tradición hebrea que señala el convenio abrahámico. Ninguna de las figuras en su obra es en lo más mínimo estereotipada. Realizado en Venecia hacia 1500, este óleo tiene su fuente de inspiración en el Evangelio (Lucas 2:21): Es una imagen del Renacimiento italiano que fue sumamente apreciada y reproducida a lo largo de todo el siglo XVI. La pintura es exhibida en la Galería Nacional de Londres.
Cuando Maurycy Gottlieb representa a Cristo predicando en Cafarnaúm en 1878-79, Jesús de Nazaret, provisto de cristiana aureola, porta además un manto de oraciones judío (talit). Los judíos oyen lo que Jesús predica e incluso hay quienes comentan al respecto. Hay quien lo aclama y quien literalmente se agarra la cabeza. Hay quien tiene fe y quien manifiesta indiferencia. A través de su obra y desde su judaísmo, Gottlieb intenta reabrir el diálogo entre ambos grupos e introduce todo el espectro de diferentes opiniones y reacciones que caracterizan a su pueblo. La obra es exhibida en el Museo Nacional de Varsovia.
Talla medieval con monje inspirado por un ángel al traducir un texto bíblico del hebreo al latín. Sobre la imagen se encuentra incisa la siguiente inscripción hebrea: "אבינו שבשמים יהקדש שמך" (Avinu shebashamáim iheakdesh shimjá), es decir, "Nuestro padre que [está] en los cielos santificará tu nombre". Misericordia gótica, Iglesia de St Pons de Thomières, Francia
Cada religión tiene su propio ethos y sus fundamentos. Y no existe ninguna religión que sea completamente monolítica. En cada una de ellas existen valiosas expresiones individuales de diálogo interreligioso establecido por los creyentes.
En el cristianismo, a partir del siglo IV, varios sínodos fueron elaborando listas de escritos sagrados que fijaban un canon del Antiguo Testamento de entre 46 y 54 distintos documentos y un canon del Nuevo Testamento de 20 a 27, siendo este último el utilizado hasta el día de hoy; el cual fue definido finalmente en el Concilio de Hipona en el año 393. Sin embargo, esta lista definitiva de 27 libros no fue legitimada por ningún concilio ecuménico sino hasta el Concilio de Trento (1545-63).
Junto con el aporte grecorromano, aquello que puede denominarse judeocristianismo constituye uno de los pilares fundamentales de la civilización occidental así como también un notable factor en la formación del concepto "Europa" como entidad política, económica y cultural.[2] Llegó a debatirse la posibilidad de incluir términos como «judaísmo», «cristianismo» y «judeocristianismo» durante la redacción del proyecto del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa cuyo "Preámbulo" fue muy discutido,[3] «precisamente por su vaguedad al hablar de la historia y tradiciones culturales constitutivas».[2][Nota 1]
Con todo, existen también personas de ambos grupos que reconocen la importancia de establecer un diálogo interreligioso que resulte provechoso para ambas partes y dé lugar a unas acciones humanitarias basadas en la cooperación y el respeto mutuo. Existen algunas preexistencias visuales que sugieren la necesidad de un reencuentro entre cristianos y judíos.