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Explicación:
¿Qué significa que todo cristiano necesita formarse? En primer lugar significa que la fe cristiana tiene que ver con la verdad. Lo que creemos como cristianos no son cuentos o fantasías, sino acontecimientos verdaderos y realidades efectivamente existentes. La verdad en general para las personas es algo importante. Cuando hablamos en serio nos interesa la verdad, sea la verdad de lo que se informa, de lo que se opina, de lo que se hace, etc. Por contraste, sentimos una profunda frustración cuando nos descubrimos en el error, en la falsedad, o peor aún en el engaño. Cuando las cosas o las personas nos interesan, o nos asalta la posibilidad del error o del engaño, entonces indagamos, buscamos la verdad, o nos confirmamos en ella. Hay por tanto, a este respecto, una doble necesidad de formación para el cristiano: una brota de la fe que quiere ser entendida y conocida como verdadera, y otra que surge de la propia constitución humana que somos, es decir, de que nuestra inteligencia sólo descansa en el gozo final de la verdad descubierta y alcanzada.
En segundo lugar, significa entender que la vida cristiana se aprende, que nadie nace sabiéndola, sino que Jesús El Maestro nos enseña a través de sus testigos acreditados a vivir una vida nueva según Su Evangelio. Por eso está la catequesis de la iniciación cristiana, a los demás sacramentos y otras múltiples formas en que la Iglesia enseña a sus hijos a vivir la fe en medio del mundo. Una manera muy propia de la fe es la formación de la conciencia moral cristiana. El discernimiento de la conducta del creyente en medio de las situaciones cotidianas ordinarias y extraordinarias. El cristiano quiere seguir a Jesús, y seguirlo implica “ponerse en su lugar”. Esto lo entendió muy bien san Alberto Hurtado al preguntarse: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?” Ese discernimiento exige formación y acompañamiento espiritual.
Respuesta:
El cristianismo es una religión diversa tanto cultural como doctrinalmente. Sus principales ramas son el catolicismo, el protestantismo y la ortodoxia. Sus adherentes, llamados cristianos, comparten la creencia de que Jesús es el Hijo de Dios y el Mesías (en griego, Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento y que sufrió, fue crucificado, descendió al infierno y resucitó de entre los muertos para la salvación de la humanidad.
El cristianismo surgió del judaísmo[7][8][9] a mediados del siglo i d. C.[10][11] en la provincia romana de Judea. Los primeros líderes de las comunidades cristianas fueron los apóstoles y sus sucesores los padres apostólicos. Este cristianismo primitivo se extendió, pese a ser una religión minoritaria y perseguida, por Judea, Siria, Europa, Anatolia, Mesopotamia, Transcaucasia, Egipto y Etiopía. El cristianismo fue legalizado en el Imperio romano mediante el Edicto de Milán, en el año 313. El emperador Constantino se convirtió al cristianismo y convocó el Concilio de Nicea (325), en el que se formuló el credo niceno. El cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano en el año 380, bajo el emperador Teodosio I el Grande.[12][13][14] Desde entonces, el cristianismo ha sido, en sus diferentes ramas, la religión dominante en el continente europeo. Durante estos primeros siglos, los Padres de la Iglesia gradualmente consolidaron las doctrinas del cristianismo y elaboraron el canon del Nuevo Testamento.[15]
La Iglesia de los primeros siete concilios ecuménicos se conoce frecuentemente como la «Gran Iglesia», porque la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y las Iglesias ortodoxas orientales estaban en plena comunión.[16] Las Iglesias orientales se separaron tras el Concilio de Calcedonia (451) por diferencias cristológicas. La Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa se separaron en 1054 por diferencias acerca de la autoridad del papa de Roma. El protestantismo, aunque es en realidad un conjunto de denominaciones, aparece por primera vez durante la Reforma protestante del siglo xvi, y criticaban lo que percibían como importantes desviaciones teológicas y eclesiológicas por parte de la Iglesia católica.[17] El descubrimiento de América en 1492 extendió el cristianismo por América. La Iglesia católica impulsó la Contrarreforma como respuesta a la Reforma protestante, a través del Concilio de Trento (1545-1563).