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para estar bendecidos y con Dios que se yo
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1. Para aprender el evangelio de Jesucristo y participar en él
Una de las bendiciones de ser un miembro de la Iglesia es que podemos aprender la plenitud del Evangelio (véase D. y C. 1:17–23). Si tenemos un deseo sincero de aprender, y si somos humildes, devotos, diligentes y obedientes, podemos obtener un testimonio y tener esperanza en la resurrección y en la expiación de Jesucristo.
A través de los líderes y los materiales de la Iglesia, también aprendemos sobre otras doctrinas esenciales, incluso la restauración del Evangelio, el llamamiento de los profetas en la actualidad, y la verdadera naturaleza de la Trinidad. Vivir de acuerdo con la verdadera doctrina nos brinda gozo y felicidad.
2. Para recibir ordenanzas y convenios esenciales
La obra del Padre Celestial es “llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). Sin embargo, puede que a veces nos olvidemos de que Su obra también requiere algo de trabajo de nuestra parte. Somos dignos de las bendiciones de la vida eterna al obedecer las ordenanzas y los convenios del Evangelio. El presidente Russell M. Nelson ha dicho: “No podemos llegar a la presencia de Dios con solo desearlo; debemos obedecer las leyes sobre las que esas bendiciones se basan [véase D. y C. 130:20–21]”1.
Las ordenanzas en las que participamos y los convenios que hacemos son necesarios para que regresemos a la presencia de nuestro Padre Celestial y que vivamos con Él. Esas ordenanzas y convenios requieren el sacerdocio, el cual solo está disponible en la verdadera Iglesia de Dios. Sin esos convenios, estaríamos perdidos.
3. Para ayudarnos los unos a los otros por el camino
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “Una de las razones principales por las que el Señor ha creado una Iglesia es para crear una comunidad de santos que se apoyen uno al otro en el ‘estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna’ [2 Nefi 31:18]”2.
En la Iglesia, podemos desarrollar relaciones de afecto con otras personas. Podemos ayudarnos los unos a los otros a medida que nos guiamos y nos enseñamos la senda a seguir los unos a los otros (véanse “Soy un hijo de Dios”, Himnos, nro. 196; Efesios 2:19). El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha dicho: “Todos somos hijos de Dios, y debemos enseñarnos el uno al otro; debemos enseñarnos ‘la senda a seguir’”3. ¡La Iglesia es el lugar perfecto para hacer eso!
4. Para ayudar a las familias a ser dignas de la vida eterna
Otra razón principal por la que tenemos la Iglesia es para ayudar a las familias a ser dignas de la vida eterna. La ordenanza selladora del templo permite que las familias estén juntas para siempre. Para que eso ocurra, debemos vivir dignos para recibir esas bendiciones. La Iglesia ayuda a las familias a ayudarse los unos a los otros a hacer eso.
Como ha enseñado el élder Christofferson: “El propósito de la enseñanza del Evangelio y de las ordenanzas del sacerdocio administradas por la Iglesia es que las familias sean merecedoras de la vida eterna”4. Por tanto, la Iglesia nos ayuda a vivir de acuerdo con esos convenios y nos ayuda a apoyarnos el uno al otro a lo largo del camino.
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5. Para bendecir a las personas en todo el mundo
El élder Christofferson dijo que al trabajar juntos en la Iglesia, el Padre Celestial puede “lograr cosas necesarias que no pueden lograr las personas ni pequeños grupos”5.
¿Sabías que cada año durante los últimos treinta años la Iglesia ha donado 40 millones de dólares estadounidenses en ayuda de bienestar y humanitaria, así como en proyectos de servicio? Las donaciones generosas y el servicio de voluntariado que los miembros de la Iglesia ofrecen logran cosas que no se podrían hacer de otra manera.
Mediante nuestro extraordinario programa misional, los misioneros comparten la luz del Evangelio con personas de todo el mundo. Ahora están sirviendo casi 105 000 misioneros (incluyendo jóvenes y mayores). ¡Vaya! ¡Eso son más personas que la población de algunas ciudades!
Gracias a las donaciones de los miembros, la Iglesia tiene los recursos para edificar templos en todo el mundo. En abril de 2018, había 182 templos en funcionamiento, en construcción o anunciados.
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