Respuestas
Respuesta:
Explicación:
la luz de la luna era intensa y el color del vestido, blanco brillante.
—¿Podría usted llevarme hasta Pampayasta?
—Cómo no, señorita –contestó el paisano. Viajaron en silencio un
buen rato, hasta que empezaron a hablar. En esas conversaciones ella
confesó que le gustaba el baile y que se llamaba Encarnación.
Era una noche de invierno y la joven estaba desabrigada. Cuando
el paisano la vio temblar, dijo: —Convide, hijo, a Encarnación con un
bollo de anís y un trago de ese vino, que es bueno para los enfriamientos. Y el muchacho le
ofreció pan y vino. Ella pegó un bocado grande al bollo y tomó unos tragos.
Cuando llegaron a la entrada de Pampayasta, les dijo que habían llegado. El paisano detuvo el
carro y ella bajó y fue corriendo a meterse en la casa de la esquina. Padre e hijo siguieron viaje.
Habían hecho unas cuantas leguas cuando el hijo vio algo en el piso del carro. Se agachó y
descubrió un guante blanco de encaje. Entonces se lo mostró a su padre y decidieron volver a la
casa donde habían dejado a Encarnación, para devolvérselo.
Hicieron de regreso las leguas que habían andado, y se detuvieron en la esquina. Bajaron los
dos, pero fue el padre quien golpeó las manos.
—¡Avemaríapurísima! –llamó como lo hacen los paisanos. Después, la voz de un hombre
recién arrancado del sueño:
—¿Qué se le ofrece?
—¿Aquí vive una señorita llamada Encarnación?
El dueño abrió la puerta. Estaba pálido.
—Venimos a devolverle un guante. Se lo ha olvidado hace un momento en nuestro carro.
El hombre siguió mirándolos en silencio.
—Es mi hija, pero está muerta... ayer se cumplieron veinte años...
Los dos hombres que habían llegado en el carro, así como estaban, pegaron media vuelta
murmurando una disculpa. Pero el padre de la joven reclamó:
—El guante... por favor. Es para llevárselo a la tumba. Todos los años se olvida algo en alguna
parte y hay que ir a ponérselo.
María Teresa Andruetto
Argentina
(adaptación)
Cierta vez, un paisano viajaba con su hijo en carro. Cuando iban pasando por un campo, una
mujer muy joven vestida de fiesta los detuvo. la luz de la luna era intensa y el color del vestido, blanco brillante.
—¿Podría usted llevarme hasta Pampayasta?
—Cómo no, señorita –contestó el paisano. Viajaron en silencio un
buen rato, hasta que empezaron a hablar. En esas conversaciones ella
confesó que le gustaba el baile y que se llamaba Encarnación.
Era una noche de invierno y la joven estaba desabrigada. Cuando
el paisano la vio temblar, dijo: —Convide, hijo, a Encarnación con un
bollo de anís y un trago de ese vino, que es bueno para los enfriamientos. Y el muchacho le
ofreció pan y vino. Ella pegó un bocado grande al bollo y tomó unos tragos.
Cuando llegaron a la entrada de Pampayasta, les dijo que habían llegado. El paisano detuvo el
carro y ella bajó y fue corriendo a meterse en la casa de la esquina. Padre e hijo siguieron viaje.
Habían hecho unas cuantas leguas cuando el hijo vio algo en el piso del carro. Se agachó y
descubrió un guante blanco de encaje. Entonces se lo mostró a su padre y decidieron volver a la
casa donde habían dejado a Encarnación, para devolvérselo.
Hicieron de regreso las leguas que habían andado, y se detuvieron en la esquina. Bajaron los
dos, pero fue el padre quien golpeó las manos.
—¡Avemaríapurísima! –llamó como lo hacen los paisanos. Después, la voz de un hombre
recién arrancado del sueño:
—¿Qué se le ofrece?
—¿Aquí vive una señorita llamada Encarnación?
El dueño abrió la puerta. Estaba pálido.
—Venimos a devolverle un guante. Se lo ha olvidado hace un momento en nuestro carro.
El hombre siguió mirándolos en silencio.
—Es mi hija, pero está muerta... ayer se cumplieron veinte años...
Los dos hombres que habían llegado en el carro, así como estaban, pegaron media vuelta
murmurando una disculpa. Pero el padre de la joven reclamó:
—El guante... por favor. Es para llevárselo a la tumba. Todos los años se olvida algo en alguna
parte y hay que ir a ponérselo.
Respuesta:
D. El guante de encaje que olvidó la joven fallecida hace años.
Explicación:
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