recomendaciones para controlar nuestras emociones y promover las buenas relacion interpersonal en familia ayuda solo 4 doy coronita
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Muchos padres ya son conscientes de la importancia que puede tener para un niño la educación y el correcto desarrollo de sus emociones, pero no saben cómo empezar con ello. Te ofrecemos algunas sencillas guías.
Si hay un entorno donde es imprescindible que se dé el desarrollo de competencias emocionales, este es el de la familia. Los fuertes lazos emocionales entre padres e hijos hacen necesario que unos y otros puedan aprender a ser emocionalmente inteligentes con el objetivo de conseguir vivir todos con mayor bienestar.
Diferentes estudios demuestran que las relaciones interpersonales (entre las que encontramos las familiares) son uno de los factores predictivos del bienestar emocional o de la felicidad. Curiosamente estas relaciones también son causas principales de conflicto y malestar provocando emociones negativas como la tristeza, el rencor, el odio, etc. La clave está en conseguir ser emocionalmente inteligentes, desarrollar y poner en juego estas competencias a la hora de relacionarnos.
El primer paso, saber identificar las propias emociones
Los padres son modelos de comportamiento para sus hijos, por ello el primer paso es la conciencia emocional de los padres, es decir, ser conscientes de las propias emociones, de sus causas y de sus posibles consecuencias. Una buena manera de empezar a trabajar la conciencia emocional puede ser respondiendo a preguntas como ¿Cómo me siento en este momento? ¿Por qué me siento así? ¿Cómo estoy manifestando lo que estoy sintiendo? ¿Qué puede hacer para corregirla?
En este punto, será también importante verbalizar cómo nos sentimos, de esta manera aportamos y ampliamos el vocabulario emocional de los niños a la vez que damos ejemplo de cómo manejamos nuestra propia gestión emocional.
El segundo paso, ayudar a los niños a gestionar sus emociones
El siguiente paso es ayudar a los niños a detectar cómo se sienten, y cuanto antes comencemos este camino con ellos mejor. Es importante enseñar a los hijos a conectar con sí mismos para que puedan comprender mejor cómo se sienten, y cualquier momento o situación del día a día es buena para practicar y desarrollar la conciencia emocional.
Es importante que presten atención a sus emociones, tanto si son positivas como la alegría o negativas como la tristeza o el enfado, para luego poder etiquetarlas y ponerles nombre.
A continuación es importante trabajar con ellos la causa de esa emoción, que verbalicen qué es lo que les ha causado que se sienten de esa manera. Hay que destacar que todas las emociones son legítimas y debemos aceptarlas, en lo que sí debemos incidir es el comportamiento que se deriva de ella.
En este sentido, la impulsividad puede representar un peligro. Como ejemplo, podemos enseñar a nuestro hijo que estar enfadado es legítimo, pero no pegar a su amigo porqué le ha quitado el juguete de las manos.
Consejos para practicar la conciencia emocional
A continuación se sugieren algunas actividades que pueden ayudar a tu hijo a explorar su propia consciencia emocional:
Dibujar rostros que expresen emociones.
Redactar un diario emocional (puede ser privado, o tener fragmentos que pueden compartirse).
Imitar conjuntamente distintas emociones
Identificar las emociones entre ambos, como si se tratara de un trabajo en equipo y detectar el porqué de ese sentimiento
Leer conjuntamente cuentos que ayuden a la conciencia emocional. La colección de cuentos de Toni y Tina, realizado por el propio Hospital Sant Joan de Déu y la editorial Almadraba, trabaja la gestión de las emociones en la edad pediátrica
Explicación:
espero que te ayude
Respuesta:
La gestión de las emociones se define como la forma de ser más conscientes de lo que sentimos, identificar los sentimientos, aceptarlos y moderar nuestra respuesta”
El estar juntos ahora en casa por más tiempo y en una dinámica distinta se convierte en el escenario oportuno para fortalecer la convivencia, educar en las emociones, y crear estrategias que permitan la gestión adecuada de las mismas. “La gestión de las emociones se define como la forma en que podemos ser más conscientes de nuestras emociones, identificar lo que sentimos, aceptarlo y moderar la respuesta ante estas”, así lo explica Lina Estupiñan, profesora del Instituto de La Familia.
Las emociones no son ni buenas ni malas son solo emociones y cada una tiene un propósito. “Por ejemplo; el miedo nos moviliza a la acción y a la protección. En este sentido, cada emoción tiene una competencia adaptativa, necesaria para asumir las situaciones externas y explorar en los recursos personales que se tienen en beneficio de nuestra salud emocional”, afirma
Algunas orientaciones que pueden aportar para la gestión de las emociones en familia se relacionan con los siguientes aspectos:
Explicación:
Reconocer las emociones e identificar la forma en la que reaccionamos desde los campos fisiológico (respuesta del organismo), cognitivo (pensamientos) y conductual (formas de actuar).
Afianzar el autoconocimiento emocional. Aprende a identificar las emociones que has sentido con mayor intensidad. Compartirlas en familia y reflexionar sobre la forma en las que se han externalizado es útil para aprender a gestionarlas.
Focalizar la atención en los pensamientos positivos, validar las acciones que cada uno realiza en beneficio de la convivencia familiar.
Establecer en familia las estrategias que pueden abordar cuando se generen situaciones de tensión emocional. Por ejemplo: señalen cuáles son las situaciones que generan conflicto en el hogar (labores domésticas, cuidado de los niños, economía familiar, entre otras) y concilien acuerdos para distribuir tareas, confirmando que cada uno tiene claridad en el desarrollo de estas, que la distribución sea equitativa y se asignen de acuerdo con las capacidades de cada uno. Sentir que todos aportan fortalece la armonía familiar.
En la gestión emocional, el elemento clave es la voluntad. Para tener dominio y autocontrol, los padres son los modeladores de las respuestas emocionales de sus hijos.
Identifique áreas de conflicto: algunos espacios de la casa pueden ser propicios para la confrontación. Ante esto, puede acudir a estrategias de regulación emocional, como el semáforo de las emociones, explicando que el rojo es parar e identificar la emoción; el naranja, para reflexionar sobre lo que se está sintiendo, y el verde para actuar con más tranquilidad.
Juguemos en familia: el juego puede ser de tipo competitivo y por equipos. Esto permite desarrollar en la familia habilidades como el trabajo colaborativo, el liderazgo, la toma de decisiones y la tolerancia a la frustración y a la pérdida.
Promover la comunicación asertiva: es importante enseñarles a los hijos que podemos expresar nuestras diferencias con respeto. De ahí la importancia de saber comunicar lo que sentimos.