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Imperialismo Genético, la alimentación ¿en manos de quién?
07 JUN 2014 | comentários
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Axomalli Villanueva y Daniel Muñoz
Hoy en día 5 gigantes mundiales del “agrobusiness” concentran 80% del mercado de alimentos y reciben multimillonarios subsidios estatales de los gobiernos yanquis y europeos. Así, se tiende a arruinar las producciones locales de granos de pequeños productores en los países de América Latina o África, que se ven obligados a aceptar los términos y condiciones de aquellas empresas sedientas de mayores ganancias.
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Monsanto, empresa que apoyó al ejército estadounidense en la guerra contra Vietnam al suministrar el “Agente Naranja”, un químico que cobró la vida de millones de personas, es ahora el principal corporativo que ha promovido el consumo de sus semillas transgénicas argumentando que esta tecnología ayuda a los campesinos a producir alimentos más sanos, reducir su impacto sobre el ambiente y mejorar la productividad en el campo. Sin embargo las pruebas científicas solamente han mostrado los riesgos del consumo de transgénicos ya que no hay una inocuidad garantizada, y los resultados de la mezcla de éstos con los maíces nativos han mostrado que producen maíces deformes, por lo que su liberación contaminaría las variedades de maíces poniendo en riesgo la alimentación mundial.
Las empresas de semillas son de las mayores empresas productoras de agroquímicos, y la conjunción, de las que antes eran solamente empresas químicas, responde a los intereses de vender de manera conjunta los transgénicos y los agroquímicos que ellas patentan, es por eso que Monsanto vende de manera conjunta sus semillas resistentes a su herbicida Roundup. Lo que esta empresa pretende es monopolizar la producción de semillas genéticamente modificadas, como lo ha mostrado al comprar las empresas “semilleras” colocándose como empresa dominante en Centroamérica, subsumiendo la producción agrícola en su totalidad y por tanto la producción alimentaria mundial a ser uno más de sus experimentos genéticos.
Esta empresa ya ha sido prohibida en la Unión Europea; sin embargo, en los países semicoloniales se permite su intromisión fomentando el uso de semillas transgénicas de Monsanto que subordinan a los productores locales a los monopolios e instala el riesgo de perder cosechas, ganancias y hasta el control de la tierra si el productor no se somete a la política interna de la trasnacional; además de la pérdida de su identidad y soberanía cultural alimentaria y los riesgos ambientales existentes.
Las corporaciones como Monsanto y los megaproyectos (Termoeléctrica, Huexca; acueducto, San Bartolo Ameyalco, el acoso Wirikuta) son una muestra más de que a los capitalistas no les interesa el manejo de los recursos naturales ni mucho menos nuestra salud y alimentación, y son apoyados por los gobiernos al reprimir todo intento de organización que pelee por lo que nos pertenece. Es por eso que desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas consideramos que para que la industria alimentaria no esté sujeta al servicio arbitrario de los intereses privados y el aumento de sus ganancias es necesario luchar por echar abajo el TLC que ha puesto el campo mexicano al servicio de las empresas imperialistas, atacando las condiciones de vida de miles de campesinos e indígenas. Además de llevar a cabo la expropiación de los grandes monopolios del “agrobusiness” y su control por los trabajadores agrícolas, que hoy se mantienen en las peores condiciones de trabajo. Dejemos de pagar la deuda externa para abrir la posibilidad de otorgar crédito y fomento al campesinado, y llevar a cabo el reparto de la tierra. Defendamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos que son constantemente vulnerados.
Sólo la clase obrera junto a los campesinos pobres y los millones de obreros rurales, pueden dar una salida contra empresas como Monsanto. Sólo sobre esa base, atacando los intereses de los capitalistas nacionales y extranjeros, se puede planificar la producción y distribución de los alimentos para ponerlas al servicio de las grandes masas en todo el mundo.