Respuestas
Respuesta:
Anabel estaba sentada a la mesa, con sus padres, disfrutando del maravilloso desayuno que habían preparado.
—¡Está todo buenísimo! —exclamó Anabel.
La misma escena se repetía a la hora de comer y a la hora de cenar. A Anabel siempre le gustaba todo lo que cocinaban sus padres. O eso creían ellos. Porque cuando no miraban, Anabel metía parte de lo que había en el plato en una bolsa que escondía entre las piernas.
Y si no tenía oportunidad, la niña se las ingeniaba para distraer a sus padres el tiempo suficiente como para meter parte de la comida en la bolsa.
Cuando acaba de comer, la niña se llevaba la bolsa a su habitación y, en cuanto tenía ocasión, la tiraba en el contenedor de basura.
Una noche, Anabel comenzó a escuchar ruidos misteriosos en su habitación. Ella decidió quedarse callada y esconderse bajo las sábanas. Tenía tanto miedo que no se atrevía no a gritar.
Anabel estaba sentada a la mesa, con sus padres, disfrutando del maravilloso desayuno que habían preparado.
—¡Está todo buenísimo! —exclamó Anabel.
La misma escena se repetía a la hora de comer y a la hora de cenar. A Anabel siempre le gustaba todo lo que cocinaban sus padres. O eso creían ellos. Porque cuando no miraban, Anabel metía parte de lo que había en el plato en una bolsa que escondía entre las piernas.
Y si no tenía oportunidad, la niña se las ingeniaba para distraer a sus padres el tiempo suficiente como para meter parte de la comida en la bolsa.
Cuando acaba de comer, la niña se llevaba la bolsa a su habitación y, en cuanto tenía ocasión, la tiraba en el contenedor de basura.
Una noche, Anabel comenzó a escuchar ruidos misteriosos en su habitación. Ella decidió quedarse callada y esconderse bajo las sábanas. Tenía tanto miedo que no se atrevía no a gritar.
—¡Tú! —gritó Anabel, mientras empezaba a dar golpes con el rodillo de amasar.
La niña montó tal escándalo que enseguida aparecieron sus padres.
—¿Qué pasa aquí? —preguntaron.
—¡Un ratón! —gritó la niña.
Los padres fueron a mirar y encontraron un montón de restos de comida detrás de la papelera.
¿Qué es esto? —preguntaron.
AEl misterio de los ruidos nocturnosl parecer, el ratón había agujereado la papelera para tirar de la bolsa, hacerle un agujero y sacar la comida que guardada allí Anabel. La niña no se había dado cuenta, porque solía coger otra bolsa para meter todas las que iba almacenando para tirar todo junto a la basura.
Anabel tuvo que confesar que no se comía todo porque no siempre le gustaba o, simplemente, no podía con todo lo que había en el plato.
—¿Por qué haces eso, en vez de decir lo que pasa? —preguntó su madre.
—No quería decepcionaros —dijo la niña.
A partir de entonces Anabel prometió no volver a esconder comida y a ser clara cuando algo no fuera de su gusto o le resultara demasiado. Aprendió que es mejor ser sincera y hablar las cosas, porque solo así estas pueden mejorar, aunque decirlo resulte incómodo.
Espero te sirva