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Respuesta:
Un día, unos niños vieron cómo Tunki, un gallito de las rocas, cayó de un árbol al piso. Cuando se acercaron donde él, los niños escucharon:
-¡Ayayay! !Y ahora también me he golpeado mi aliiitaa! ¡Qué pena, todo está mal! —dijo Tunki muy triste.
Los niños se miraron entre sí, le sobaron su alita y le dijeron:
—¿Qué te pasó Tunki? ¿Por qué estás tan triste?
—Porque la mayoría se ha ido porque ya casi no hay árboles donde estar, ni frutos qué comer
—respondió Tunki.
Los niños le contaron que sabían que los Gallitos de las Rocas son un Ave Nacional del Perú.
—¡Qué podemos hacer para ayudarte Tunki? —dijo Lalo, el mayor de todos.
¡Síííííí, dinos qué hacer! —exclamaron todos los demás, a la vez.
Dejen de talar árboles —respondió Tunki— más bien
siembren más; así tendremos, con el tiempo, frutos que
nos alimenten. Para esto, hay que preparar la tierra que
ha quedado tan seca y desnutrida con la deforestación.
Lalo dio la solución:
Limpiemos y renovemos la tierra. Luego, usemos
lombrices de tierra. Ellas hacen túneles en la tierra, y su
excremento, es abono que alimenta el suelo.
Los niños se despidieron de Tunki dejándolo en un árbol,
cerca de su familia y le hicieron la promesa de ayudarlo.
Corrieron a la escuela a buscar a Paulo, el compañerito
de segundo grado, a quien le gusta coleccionar muchas
cosas. Paulo había empezado a coleccionar lombrices
de tierra en su jardín.
¡Paulo, Paulo, necesitamos de ti! —gritaban los niños al
acercarse a su amiguito.