Respuestas
Respuesta:
Desde los inicios de la Ilustración a mediados del siglo XVIII, el Romanticismo despertó un interés creciente como inspirador de una buena parte de la actitud crítica que tempranamente se fue forjando frente al triunfalismo racionalista. Se ha advertido, sin embargo, que no constituyó, en modo alguno, un movimiento que negara de plano la razón, sino que buscó su ampliación a otros niveles del quehacer humano, pues como escribe Ávila (1999, p. 48): "el Romanticismo no es sólo la otra cara de la Ilustración, sino también su fondo inevitable y hasta su asiduo compañero". El romántico se propuso ver la realidad desde otras dimensiones donde pudieran germinar la libertad, la igualdad y el amor como valores que potencializan el alma humana; mientras que el intelectualismo dieciochesco consideró irracional y rechazable todo aquello que no fuera objeto de análisis de la razón instrumental de la cual esperaba todo, hasta la felicidad humana no escapaba de su ámbito especulativo, expresada en una visión remota de los avances del progreso científico, tecnológico, social y económico. Es posible decir que la Ilustración cifra su percepción de la felicidad en un valor superficial que puede estar al alcance de todo aquel que haya adquirido posesiones materiales de las que pueda hacer acopio.
El Romanticismo se propuso encontrar un equilibrio inteligente entre la sensibilidad y el entendimiento, entre lo interior y lo exterior, y por ello adquirió, desde su aparición, un sentido paradójico al impulsar diversas maneras de pensar, algunas veces tradicionalistas y otras veces en alianza con corrientes progresistas. Asimismo, puso especial atención en el sentimiento religioso (más allá de lo institucional), mostrando su preferencia por el misterio, lo sugestivo, lo velado de la realidad, y su predilección por el pasado, especialmente, la Edad Media, donde el romántico buscó la posibilidad de encontrar elementos de una sociedad justa y nociones universalmente válidas sobre el bien y el conocimiento verdadero.
El Romanticismo surgió como un movimiento que impulsaba a las personas a buscar un sentido propio a sus vidas a través de la soledad, la quietud de ánimo y la ensoñación, sin que ello significara la incomunicación o la indiferencia a todo lo que no era uno mismo, pues se trataba de una reflexión sobre nuestra propia condición humana que es en el fondo toda filosofía; es decir, un empeño de estar mejor con nosotros mismos, con los demás y, por consiguiente, con el entorno que nos rodea. Se trataba de un intento de analizar en las personas aquellos rasgos que las convierten en algo más que un yo pensante y racional.
La filosofía renacentista en todas sus expresiones se alejó del temor teocéntrico para dejarse arrastrar por la sensualidad racionalista y el objetivismo naturalista del empirismo inglés que cambió completamente la visión del hombre de Occidente que desde ese momento se preparó para los grandes cambios científicos y tecnológicos que impulsarían la revolución industrial del siglo XIX. El racionalismo filosófico elevará el individualismo a una posición jerárquica de dimensiones impensables y con él todas las convicciones políticas y éticas de la persona en una época de escepticismo y desengaño. Los despojos del espiritualismo medioeval, son devorados con avidez por la omnímoda razón, la cual hizo del Enciclopedismo uno de los corolarios intelectuales de los nuevos tiempos revolucionarios.
Al establecerse un vínculo necesario entre razón y experiencia, la filosofía renacentista se adscribió a una posición que no se conformó con solo buscar la esencia del hombre en el horizonte de una realidad que lo abarcaba, sino que, en consonancia con el viraje antropológico de la Edad Moderna, fijó el ámbito de la acción de lo ya constituido, como centro de comprensión de la realidad: el hombre mismo (Gómez, 2000). Con ello, la filosofía adquirió un sentido antropológico-epistemológico que le permitió designar la realidad que el individuo podía percibir.
Respuesta:
ª
Explicación:
A bueno