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Primero yaquis, luego mexicanos
La Tribu Yaqui esconde una historia de lucha y resistencia que se ha desarrollado de manera paralela a la historia de México. A pesar de haber estado presentes desde el momento en que llegaron los españoles, haber sido de los territorios evangelizados por los jesuitas, y haber presenciado el porfiriato y la revolución, su historia difiere enormemente de la que se asume como la unificadora de este país, y conocerla permite comprender la importancia de la lucha que libran hoy día, ya no frente a un ejército, sino frente al despojo de recursos que golpea indistintamente.

Fotografía: Heriberto Paredes
Habría que comenzar por conocer un poco de la cosmovisión de la Tribu Yaqui sobre su origen, con la que se explica la íntima relación que tienen con su territorio, su entorno y los seres vivos con quienes los comparten.
Cuentan que hace miles de años, los surem, humanos pequeñitos que habitaban el territorio yaqui, estaban en busca de agua, pues aún no existían los grandes ríos y un fuerte periodo de sequía golpeaba el territorio. Al pasar el tiempo y ante la desesperación, pidieron ayuda a distintas aves para que fueran al cielo a pedir agua al señor de la lluvia, pero éstas no lo lograron y entonces un sapito se ofreció para hablar con él a nombre de todos los seres vivientes. El sapito consiguió que lloviera tanto que con el agua se formó el gran río Yaqui y los surem, al ser bautizados con esta agua se hicieron grandes y fuertes, convirtiéndose entonces en yaquis.
Historias como ésta explican el origen mítico del principio de cuidado del yoreme (pueblo), entendiendo este término como una mezcla entre las personas y el territorio, sin distinción o superposición jerárquica. Es gracias a este principio tan sólido al interior de la tribu que la lucha por su identidad se ha mantenido a lo largo de los siglos, por ello tanto empeño en defender sus costumbres y sus tierras. Este principio protector se ha transmitido de generación en generación, y con él, el orgullo de ser yoreme y de defender a la colectividad de igual forma que a la tierra, a los ríos, a lo que de ella se cosecha. A través de la lengua yaqui se expresa esta identidad y se transmite entre las familias y entre los ocho pueblos de la tribu, por lo que constituye no sólo un vehículo de comunicación, sino sobre todo un elemento de permanencia y reproducción identitaria. Durante más de cinco siglos, la defensa de su lengua y su territorio, ha sido una constante obligada.
La Tribu Yaqui esconde una historia de lucha y resistencia que se ha desarrollado de manera paralela a la historia de México. A pesar de haber estado presentes desde el momento en que llegaron los españoles, haber sido de los territorios evangelizados por los jesuitas, y haber presenciado el porfiriato y la revolución, su historia difiere enormemente de la que se asume como la unificadora de este país, y conocerla permite comprender la importancia de la lucha que libran hoy día, ya no frente a un ejército, sino frente al despojo de recursos que golpea indistintamente.

Fotografía: Heriberto Paredes
Habría que comenzar por conocer un poco de la cosmovisión de la Tribu Yaqui sobre su origen, con la que se explica la íntima relación que tienen con su territorio, su entorno y los seres vivos con quienes los comparten.
Cuentan que hace miles de años, los surem, humanos pequeñitos que habitaban el territorio yaqui, estaban en busca de agua, pues aún no existían los grandes ríos y un fuerte periodo de sequía golpeaba el territorio. Al pasar el tiempo y ante la desesperación, pidieron ayuda a distintas aves para que fueran al cielo a pedir agua al señor de la lluvia, pero éstas no lo lograron y entonces un sapito se ofreció para hablar con él a nombre de todos los seres vivientes. El sapito consiguió que lloviera tanto que con el agua se formó el gran río Yaqui y los surem, al ser bautizados con esta agua se hicieron grandes y fuertes, convirtiéndose entonces en yaquis.
Historias como ésta explican el origen mítico del principio de cuidado del yoreme (pueblo), entendiendo este término como una mezcla entre las personas y el territorio, sin distinción o superposición jerárquica. Es gracias a este principio tan sólido al interior de la tribu que la lucha por su identidad se ha mantenido a lo largo de los siglos, por ello tanto empeño en defender sus costumbres y sus tierras. Este principio protector se ha transmitido de generación en generación, y con él, el orgullo de ser yoreme y de defender a la colectividad de igual forma que a la tierra, a los ríos, a lo que de ella se cosecha. A través de la lengua yaqui se expresa esta identidad y se transmite entre las familias y entre los ocho pueblos de la tribu, por lo que constituye no sólo un vehículo de comunicación, sino sobre todo un elemento de permanencia y reproducción identitaria. Durante más de cinco siglos, la defensa de su lengua y su territorio, ha sido una constante obligada.
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