Respuestas
Antes que existieran el día y la noche, y en la bóveda celeste danzaran los astros, los dioses se reunieron en la gran Ciudad de Teotihuacán para decidir quién iluminaría los cielos. Tecuciztécatl dios hermoso y de actitud soberbia decidió que debía ser él quien iluminara los cielos. Por otro lado, los demás dioses se miraron unos a otros, y tras rápidas deliberaciones eligieron a Nanahuatzin, deidad menos agraciada y de carácter humilde, para que se convirtiera en el segundo astro.
Luego de cuatro días de penitencia y purificación ambos dioses llegaron de nuevo a Teotihuacán. Acercándose a la hoguera hecha por sus hermanos, decidieron el orden en el que los elegidos se lanzarían al fuego. El primero debía ser Tecuciztécatl quien al ver el fuego y sentir su calor temió; no pudiendo hacerlo se alejó de las llamas. Nanahuatzin, desde lejos viendo la actitud de su compañero, decidió lanzarse primero convirtiéndose en una esfera de fuego brillante, el sol. Tecuciztécatl, al observar el acontecimiento, sintió vergüenza y se aventó siguiendo los pasos de su deidad hermana, convirtiéndose en la luna, un astro menos brillante que su compañero en el cielo. Éstos fueron puestos en movimiento poco tiempo después.