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En la investigación cosmética se llevan a cabo dolorosos experimentos en cientos de miles de animales cada año, incluyendo conejos, cobayas, ratas, ratones. Estas pruebas incluyen la irritación de la piel o los ojos, sensibilización de la piel (provocar alergias), toxicidad (envenenamiento), mutagenicidad (daño genético), teratogenia (defectos de nacimiento), carcinogenicidad (causar cáncer), daño genético embrionario o fetal, toxicocinética (para estudiar la absorción, metabolización, distribución y excreción de las sustancias químicas).
Se ha estimado que existen cerca de 15.000 ingredientes que ya han sido probados y declarados seguros. Más y más compañías que evitan la crueldad con los animales están negándose a probar sus productos y aún así producen productos seguros, efectivos y de alta calidad.
Al no ser ingredientes registrados los testean sobre animales para saber si son perjudiciales para nuestra salud, y en la mayoría de los casos son usados a pesar de desconocer su impacto en el organismo a largo plazo.