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Juan José Marín.
I
A flor del romero
decorando pasillos en el cielo
guitarra muda que hablas
de un amor sincero
que quiere arroparte las mañanas.
II
Ay que mira soñándote la luna
y yo te miro en deseo
que para mi solo hay una
y no es la flor del romero
eres tu enraizándote en mi cielo.
III
Cañí la copla de un querer
de aceituna piel y vida
color de romance que inunda
amaneceres
en la cara oculta de la luna.
IV
Porque te vengo rondando
en sangre y fuego
delirios de boca y beso
que se arriman mis labios en verso
para decirte te quiero.
V
Roncas las palmas
y en ecos de luceros
los volantes de tu enagua
me van marcando el camino
que me lleven a tu pecho.
VI
Te espero sin vara ni mimbre
que me tiene que llegar la dicha
en que la lágrima sea fuente
que moje tus manos
haciéndose río donde navegué mi nombre.
VII
Y al arropo de tus brazos
me quede prendido en tus senos
y mi corazón salga al acecho
a recogerte todos los latidos
para hacerte locura de mis sentidos.
VIII
Que se queden mis pestañas
a rondarte los portales de tus ojos
y sin avisar a un sereno me abras
para dejarte en el buzón del iris
la carta que te diga “Te amo”.
http://www.mundopoesia.com/foros/poemas-...
San Juan de la Cruz
(1542-1591)
Noche oscura del alma
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
I
A flor del romero
decorando pasillos en el cielo
guitarra muda que hablas
de un amor sincero
que quiere arroparte las mañanas.
II
Ay que mira soñándote la luna
y yo te miro en deseo
que para mi solo hay una
y no es la flor del romero
eres tu enraizándote en mi cielo.
III
Cañí la copla de un querer
de aceituna piel y vida
color de romance que inunda
amaneceres
en la cara oculta de la luna.
IV
Porque te vengo rondando
en sangre y fuego
delirios de boca y beso
que se arriman mis labios en verso
para decirte te quiero.
V
Roncas las palmas
y en ecos de luceros
los volantes de tu enagua
me van marcando el camino
que me lleven a tu pecho.
VI
Te espero sin vara ni mimbre
que me tiene que llegar la dicha
en que la lágrima sea fuente
que moje tus manos
haciéndose río donde navegué mi nombre.
VII
Y al arropo de tus brazos
me quede prendido en tus senos
y mi corazón salga al acecho
a recogerte todos los latidos
para hacerte locura de mis sentidos.
VIII
Que se queden mis pestañas
a rondarte los portales de tus ojos
y sin avisar a un sereno me abras
para dejarte en el buzón del iris
la carta que te diga “Te amo”.
http://www.mundopoesia.com/foros/poemas-...
San Juan de la Cruz
(1542-1591)
Noche oscura del alma
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
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