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Cuando volvía de la escuela, a la tardecita, pateando alguna que otra piedrita que encontraba en mi camino, tranquilamente y sin ningún apuro, advierto que un poco más adelante, tal vez una cuadra de distancia, se encontraba mucha gente reunida en la calle.
No sabía que pasaba, ni por que, pero note una situación de desconcierto.
A medida que me iba acercando, comencé a sentir un olor fuerte, tal vez nauseabundo y el aire enrarecido.
De pronto, una sirena muy fuerte, invade el ambiente.
Pasa, veloz como el viento un camión rojo. Era una autobomba. Serían bomberos?
Con sorpresa confirme mi sospecha, eran bomberos.
En la esquina se detuvieron y sus integrantes bajaron corriendo cargados con equipos e intentando portar unas grandes mangueras.
Realmente era un incendio en la vía publica. Un ómnibus se estaba incendiando. Los pasajeros trataban de bajar y huían muy asustados. Era posible que explotara el tanque. ,!Un horror!
Pero todo paso y no fue más que un susto.
Los servidores públicos, los bomberos, arriesgando sus vidas, lograron apagar el incendio y todo volvió a la calma.
Con grandes aplausos y vítores los saludamos y despedimos una vez terminada su tarea.
No fue más que un gran susto.