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La Secesión: Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, una provincia productora de ganado como Buenos Aires que se veía seriamente perjudicada por la política de Rosas, que no permitía la libre navegación de los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales.
Todos los años, puntualmente, Rosas enviaba un mensaje a la Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires y expresaba en él su voluntad de abandonar el mandato. No obstante, la Legislatura y los diputados del interior lo reelegían. Para e1 periodo 1850-1855, Entre Ríos y Corrientes se abstuvieron de enviar diputados y, el 1 de mayo de 1851, Urquiza envió un Pronunciamiento, en el que exponía la necesidad de acceder a los pedidos de renuncia de Rosas. Los acontecimientos se precipitaron: Urquiza, al frente del Ejército Grande, terminó en Caseros con los sueños rosistas. El camino de la organización quedaría abierto con el Acuerdo de San Nicolás y la posterior Constitución de 1853.
Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en mayo de 1853 sancionó la Constitución Nacional. Pero aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina, dieron un golpe de estado, conocido como la “Revolución del 11 de Septiembre de 1852”.
El 11 de septiembre de 1852, tras abandonar Urquiza la provincia de Buenos Aires, estalló una revolución en la ciudad de Buenos Aires contra el excesivo poder que tenía el gobernador entrerriano. El gobernador que Urquiza había impuesto en la provincia fue derrocado y se enviaron tropas al interior para sublevar a quienes se oponían a Entre Ríos. Esas expediciones militares fueron un fracaso y el ejército de Urquiza amenazó con volver a invadir la provincia. Buenos Aires fue sitiada y su puerto bloqueado.
Mientras tanto, Buenos Aires desconoció la autoridad del Congreso de Santa Fe, del cual retiró a sus diputados, y volvió a asumir la representación de sus relaciones exteriores, que antes detentaba Urquiza. Es decir, la provincia se definió como un Estado separado del resto del país.
Pero el poder económico de Buenos Aires logró atraer a algunos militares que antes acompañaban a Urquiza, entre ellos al comandante de la flota que sitiaba el puerto. Finalmente, después de seis meses de sitio y amenaza, Urquiza retiró a sus fuerzas sin intentar invadir la provincia rebelde. Habiendo sido aceptada de hecho la separación de Buenos Aires, esta provincia declararía su propia Constitución.
Se formaron así dos Estados independientes. Por un lado, el de Buenos Aires. Por otro lado, la Confederación Argentina, formada por el resto de las provincias.