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Ya en los años 3500 antes de
C., los antiguos egipcios usaban especias para condimentar sus
alimentos, como cosméticos y en sus lociones para embalsamar
a sus muertos.
Sabemos también que la enorme riqueza del rey Salomón se debía al tráfico de los mercaderes de especias y alos regalos en forma de especias que se acumulaban en sus tesoros.
El tráfico de especias, controlado por los árabes durante al menos 5000 años, fue aumentando durante la Edad Media en el Mediterráneo oriental y en Europa.
A menudo los mercaderes chinos se dirigían hacia la isla de las especias (la actual Maluku, un grupo de islas de Indonesia) y desde allí llevaban sus cargamentos de especias hacia las costas de India y Sri Lanka, donde comerciaban con los mercaderes árabes. Los árabes trataban ansiosamente de ocultar tanto sus fuentes de suministro como las rutas terrestres que seguían las especias.
Los fenicios, grandes marinos y comerciantes, progresaron gracias al lucrativo negocio de las especias, y convirtieron a su ciudad de Tiro en un gran centro de distribución que abasteció a toda la zona del mediterráneo entre los años 1200 y 800 antes de C.
Cuando el centro de poder se trasladó desde Egipto a Babilonia y Asiria, los Árabes mantuvieron el control sobre el suministro de especias desde el Este, durante el desarrollo de las civilizaciones griegas y romanas. Las historias que contaban los árabes sobre el origen de las especias eran creídas a pie de juntillas: se decía que la canela procedía de unos valles de serpientes, y la casia de unos lagos poco hondos protegidos por unos feroces y enormes pájaros alados que siempre tenían sus nidos en lo alto de unos acantilados de piedra caliza. Cuando los nidos se desplomaban, los mercaderes podían recoger la casia.
Los romanos fueron muy prolíficos en su uso de las especias, y la demanda acrecentó la presión para encontrar una ruta hacia la India que acabara sobre el monopolio árabe. A través de ellos es como llegaron las especias al norte de Europa, luego en el siglo V a la caída de su imperio, y el inicio de la Alta Edad Media hubo un gran período de estancamiento cultural y que también afectó al conocimiento de las especias.
Mahoma, el profeta y fundador de la fe musulmana, se casó se casó con la acaudalada viuda de un mercader de especias. El celo misionero en la difusión de la fe por todo Oriente estuvo inextricablemente unido con el tráfico de especias. Mientras la Europa Occidental permanecía dormida, el comercio de especias se expandía en oriente. Las cruzadas religiosas a partir del año 1000 y durante tres siglos, revalorizaron las especias de Oriente mientras los cristianos intentaban arrebatar a los musulmanes el control del pecaminoso tráfico.
Venecia y Génova se convirtieron en importantes centros comerciales y los barcos que fueron a Tierra Santa con los cruzados regresaron cargados de especias. Las mismas debido a su escasez, llegaron a ser tan valiosas como la plata y el oro, y su comerció volvió a florecer una vez más. Con los albores de la era del descubrimiento (año 1400), prosigue la historia épica de las especias. Vasco da Gama, el navegante portugués, fue el primero en descubrir una ruta por mar a India rodeando el Cabo de Buena Esperanza.
No fué bien recibido, pero cargó su barco de nuez moscada, clavos, canela, jengibre y pimienta. Lo más importante llevaba una carta de los gobernantes indios de Calicut aceptando un acuerdo comercial.
Sabemos también que la enorme riqueza del rey Salomón se debía al tráfico de los mercaderes de especias y alos regalos en forma de especias que se acumulaban en sus tesoros.
El tráfico de especias, controlado por los árabes durante al menos 5000 años, fue aumentando durante la Edad Media en el Mediterráneo oriental y en Europa.
A menudo los mercaderes chinos se dirigían hacia la isla de las especias (la actual Maluku, un grupo de islas de Indonesia) y desde allí llevaban sus cargamentos de especias hacia las costas de India y Sri Lanka, donde comerciaban con los mercaderes árabes. Los árabes trataban ansiosamente de ocultar tanto sus fuentes de suministro como las rutas terrestres que seguían las especias.
Los fenicios, grandes marinos y comerciantes, progresaron gracias al lucrativo negocio de las especias, y convirtieron a su ciudad de Tiro en un gran centro de distribución que abasteció a toda la zona del mediterráneo entre los años 1200 y 800 antes de C.
Cuando el centro de poder se trasladó desde Egipto a Babilonia y Asiria, los Árabes mantuvieron el control sobre el suministro de especias desde el Este, durante el desarrollo de las civilizaciones griegas y romanas. Las historias que contaban los árabes sobre el origen de las especias eran creídas a pie de juntillas: se decía que la canela procedía de unos valles de serpientes, y la casia de unos lagos poco hondos protegidos por unos feroces y enormes pájaros alados que siempre tenían sus nidos en lo alto de unos acantilados de piedra caliza. Cuando los nidos se desplomaban, los mercaderes podían recoger la casia.
Los romanos fueron muy prolíficos en su uso de las especias, y la demanda acrecentó la presión para encontrar una ruta hacia la India que acabara sobre el monopolio árabe. A través de ellos es como llegaron las especias al norte de Europa, luego en el siglo V a la caída de su imperio, y el inicio de la Alta Edad Media hubo un gran período de estancamiento cultural y que también afectó al conocimiento de las especias.
Mahoma, el profeta y fundador de la fe musulmana, se casó se casó con la acaudalada viuda de un mercader de especias. El celo misionero en la difusión de la fe por todo Oriente estuvo inextricablemente unido con el tráfico de especias. Mientras la Europa Occidental permanecía dormida, el comercio de especias se expandía en oriente. Las cruzadas religiosas a partir del año 1000 y durante tres siglos, revalorizaron las especias de Oriente mientras los cristianos intentaban arrebatar a los musulmanes el control del pecaminoso tráfico.
Venecia y Génova se convirtieron en importantes centros comerciales y los barcos que fueron a Tierra Santa con los cruzados regresaron cargados de especias. Las mismas debido a su escasez, llegaron a ser tan valiosas como la plata y el oro, y su comerció volvió a florecer una vez más. Con los albores de la era del descubrimiento (año 1400), prosigue la historia épica de las especias. Vasco da Gama, el navegante portugués, fue el primero en descubrir una ruta por mar a India rodeando el Cabo de Buena Esperanza.
No fué bien recibido, pero cargó su barco de nuez moscada, clavos, canela, jengibre y pimienta. Lo más importante llevaba una carta de los gobernantes indios de Calicut aceptando un acuerdo comercial.
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